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Antonio Gómez Movellán, Público, 24 de diciembre de 2021
En la bendición urbi et orbi del Papa del año 2014, Francisco volvió afirmar que «sin Jesús la navidad está vacía»; una declaración que da escalofríos y que resume a la perfección la tentación totalitaria del catolicismo, que pretende identificar la creencia en su dogmática como la única moral posible, relegando a los no cristianos a la vacuidad moral. De hecho, la iglesia católica siente desasosiego con el carácter profano de estas fiestas navideñas. Para ello acude a criticar la navidad como una fiesta consumista, mercantilista, contraponiendo como virtud la fiesta navideña católica centrada en la familia y la caridad; por eso denuncian el carácter mundano y hedonista de la navidad profana, ya que es ese, precisamente, el que lo aproxima al carácter pagano de estas fiesta ancestrales del solsticio de invierno.
Por eso, la iglesia católica siempre ha huido de aquellas manifestaciones profanas de estas fiestas y tiene tanto interés en poner belenes católicos en todo tipo de espacio públicos -en escuelas, en ayuntamientos, en ministerios, en parques, etc.- y también en exhibir, de forma humillante y hasta obscena, la pobreza para, de esta forma, resaltar la caridad católica. En España las administraciones públicas se pliegan absolutamente a este interés de la iglesia, incluso adaptando la parrilla de la programación de la RTVE al calendario ritual católico y haciendo retrasmisiones en directo de misas y apariciones del Papa de Roma.
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