Hermandades y cofradías participaron en la represión franquista. La historia, no contada, de la Hermandad de Nuestra Señora de Barbaño, Patrona de Montijo (Badajoz).
Montijo, 28 de agosto de 1936. A la madrugada siguiente comenzaron los fusilamientos / Fuente foto ____________________
El 25 de marzo de 1925, mientras la mayoría de la población mataba el hambre a costa de pan y gazpachos, el señor obispo de Badajoz y el cura párroco del pueblo de Montijo, don Juan Pérez Amaya, junto al de Puebla de la Calzada, se dieron una opípara comida, en compañía de otras autoridades locales y provinciales, disfrutada en la sede de la Comunidad de Labradores de Montijo, en la calle Felipe Checa. En el banquete se sirvió el siguiente menú:
Entremeses variados. Tortilla a las finas hierbas. Ternera a la jardinera. Merluza con salsa tártara. Menestra de Bruselas. Pavo trufado. Postres: Mantecados, galletas, frutas y queso. Vinos: Rioja, champagne. Café y licores. ___________
Los derechos nacen y se desarrollan al nivel de la cultura humana y la civilización
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Antonio Seoane, Nueva Tribuna, 19 de febrero de 2023
En la campaña de las primeras elecciones democráticas españolas, formaba parte de un grupo de jóvenes que realizaba una pegada de carteles de una de aquellas coaliciones de izquierdas que se estrellaron finalmente en el escrutinio de votos. Y mientras realizábamos nuestra tarea, fuimos increpados por una pareja, varón y mujer, de la edad de nuestros padres. Alguien de nuestro grupo les respondió en términos de que lo que estábamos haciendo era en beneficio de los derechos de todos. El incidente concluyó cuando la señora nos espetó que “sólo Dios tiene derechos”. Siguieron su marcha y nosotros, la nuestra.
Esta frase me debió impactar muy profundamente porque es lo cierto que, pese al tiempo transcurrido, casi medio siglo, recurrentemente me hallo reflexionando sobre la misma como si fuera la clave de algo, la piedra Rosetta de un sistema complejo de valores, el mapa de un tesoro. Como jurista novato entonces, quebraba todo el esquema aprendido en la Universidad.
“En mi fijación chalada y obsesiva por analizar la “frasecita” y volviendo la oración por pasiva, es forzoso concluir que la afirmación de los derechos de Dios, que es tanto como no afirmar aparentemente nada, está implícita la negación de los derechos de los hombres“
El reportaje La moral del convento analiza la represión franquista en el ámbito de la vida privada de los españoles y como la Iglesia Católica se convierte en el garante de la moral hispánica.
Acabada la Guerra Civil, el régimen franquista no sólo se instaló en todas las instituciones políticas del país, también invadió los espacios más íntimos de la vida privada de los españoles. La Iglesia Católica dictó su moral, sus normas de conducta y asumió como propia la defensa de la pureza de la mujer española. Las mujeres tenían que llegar vírgenes al matrimonio, las redadas policiales en los típicos lugares donde acuden las parejas a mantener relaciones eran habituales, y el castigo a los detenidos además de la multa económica, la de ver sus nombres publicados en los diarios.
Entre los presos del campo de concentración de San Marcos se repartía un librillo de adoctrinamiento con el manual de ‘buenas prácticas’ | El libro contenía ‘consejos’ de obligado cumplimiento | «La masturbación es el suicidio lento y progresivo del individuo que la practica; poco a poco va abriendo su tumba y la de sus descendientes», se puede leer
San Marcos, orgullo hotelero de la ciudad de León, suma a lo largo de su historia episodios que han esculpido su estructura actual. Este establecimiento estuvo íntimamente ligado a la Orden de Santiago, de la que fue su sede en 1152, luego iglesia y hospital.
Sus paredes encerraron entre 1639 y 1643 a Francisco de Quevedo, víctima de la enemistad del conde-duque de Olivares, y su ubicación le convirtió en un punto de obligado encuentro en el orden religioso, social y militar.
La cara más triste de San Marcos
Uno de sus episodios más tristes de su historia se encuentran en la Guerra Civil española siendo uno de los establecimientos represivos más severos y saturados de la España franquista, con una población reclusa de 6.700 hombres.
San Marcos fue el símbolo de la represión en León y por sus celdas pasaron no pocos presos que acabaron perdiendo la vida en su interior o bien siendo ‘paseados’.
El nacionalcatolicismo, bien estudiado por Álvarez Bolado, se puede entender en dos sentidos que a veces se entrelazan. Uno es aquel en el que un Estado toma como una característica que lo define una determinada religión. Es el caso del franquismo. España no se entendería sin el catolicismo. Entendido este en su sentido más reaccionario. El otro utiliza la religión más enraizada popularmente, para apuntalar al Estado. Es el caso de la Action Francaise en Francia. Su líder, Maurras, era agnóstico. Es el lema de que todo viene bien para defender al Estado.
Los que hemos nacido en la posguerra hemos tenido que soportar ambas imposiciones. Imposiciones que, al mismo tiempo, generaban un nacionalismo perverso. Porque una divinizada nación era la base del Estado en cuestión
Frente a esta destrucción de los individuos, de los ciudadanos y de los pueblos se tiene que levantar un pensamiento y una acción laica. Porque el laicismo separa tajantemente lo político de toda religión. Porque considera que no deben aceptarse supuestas verdades absolutas que se imponen a la fuerza. Porque contra una emoción, una fe o una iglesia hay que colocar una sana racionalidad. La superchería se denuncia. Y a sus sacerdotes se les combate.
«¿En qué se parece el fútbol a Dios? —se preguntaba Eduardo Galeano— En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales». Los romanos hablaban de pan y circo; los marxistas del opio del pueblo, y los fanáticos idolatran a sus estrellas como auténticos santos o deidades. He aquí algunos ejemplos.
‘Seminario de Madrid’ (1960), de Ramon Masat
David Bizarro, Agente provocador, 27 de septiembre de 2022Franquismo
La famosa fotografía de Ramón Masats que encabeza este artículo fue tomada en el Seminario Conciliar de Madrid. El que chuta abandonó sus estudios; el otro, que recibió el gol, aún es sacerdote y sigue pensando que sin sotana habría parado el balón. Corría el año 1959 y el Real Madrid de Di Stéfano y Puskás se enfrentaba al Barcelona FC de Kubala en el primer partido televisado. Unos meses antes se había inaugurado el repetidor de La Muela, que permitía por primera vez enviar la señal a las dos ciudades. Ganaron los merengues con un gol de Herrera en el minuto 78, pero el Barça acabó arrebatándole esa Liga, con cuatro puntos de ventaja. Y la Copa, tras eliminarlos en semifinales. Por su parte, el Madrid ganó su cuarta Copa de Europa consecutiva. «Así también se hace patria, que decía el Caudillo». En cuanto a la fotografía de Masats, conocida comoSeminaristas jugando al fútbol, sigue expuesta en el Moma de Nueva York.
Expuesto el marco, centrémonos en la foto. La apropiación dictatorial de los éxitos de la selección y de los clubes españoles en competiciones internacionales, el uso coordinado de todos los medios de comunicación para transmitir a través del balompié una narrativa franquista de la nación española y el empeño por proyectar en el extranjero la imagen de una España unida, ordenada y feliz bajo la batuta del dictador, fueron las principales vías de instrumentalización por parte del régimen. Pero aquí lo importante es la sotana.
Procesión del Corpus celebrada en la cárcel de Ventas en junio de 1939 / Foto: Hernández Holgado (Archivo Regional de la Comunidad de Madrid)
Maite Gutiérrez Merino, Público, 23 de julio de 2022
La incorporación de los estudios de género permite abrir nuevos debates en torno a temas que antes fueron objeto de escasa o ninguna atención. Tal es el caso de las mujeres que, acabada la guerra civil y durante el primer franquismo (1939-1959), no representaron el paradigma del heroísmo de, por ejemplo, Matilde Landa, el arrojo de Rosario La dinamitera o el testimonio de Tomasa Cuevas, por nombrar solo a algunas. Pero si tomamos el marco interpretativo de la historiografía feminista y poscolonial es posible, no solamente hacer visibles a quienes sobrevivieron al maltrato de la dictadura, sino además considerar sus acciones frente al régimen franquista prácticas de ciudadanía en un estado sin ciudadanos, sin ciudadanas, sin derechos.
Dictador sanguinario, país militarizado, represión despiadada, hambruna de posguerra, corrupción endémica y aislamiento internacional contextualizan los años 40 españoles. Desbaratada la tradición liberal democrática de la II República, el régimen se sustenta en un entramado burocrático y legal de carácter especialmente represivo para las mujeres. La imposición de un modelo de género vinculado a la cultura del falangismo, el catolicismo y el carlismo sustenta una sociedad heteropatriarcal y nacionalcatólica que trasmuta el protagonismo femenino republicano en alienada y decimonónica obediencia a la jerarquía masculina. La falta de libertades afectó igualmente a los hombres pero el exhaustivo control social, cultural y religioso reservado a las mujeres explicita la asimetría de género; no en vano Pio XI exaltaba en 1930 “el sometimiento fiel y honesto de la mujer al marido”
Tampoco la Sección Femenina dio puntada sin hilo interviniendo en el sistema educativo, adoctrinando en el discurso del papel reproductor de la mujer hasta determinar la maternidad como el “deber social femenino”, en conformidad con la política pro natalista del ‘Nuevo Estado’. En el ideario falangista biología e identidad femenina son lo mismo, por lo tanto, el cometido de la mujer en la Patria es el hogar y la preparación para tan alta misión incluye, entre otras, el estudio de la “ciencia doméstica” que se establece como asignatura obligatoria para las chicas, faltaría más.
«¡Gobernantes! Haced catolicismo a velas desplegadas si queréis hacer la patria grande… Ni una ley, ni una cátedra, ni una institución, ni un periódico fuera o contra Dios y su Iglesia en España», cardenal Gomá(1)
Un grupo de mujeres de la Sección Femenina, durante la inauguración del pantano de San Bartolomé, en 1942 / MIGUEL CORTES / EFE
Cándido Marquesán Millán, Nueva Tribuna, 12 de junio de 2022
La proclamación de la República abrió un periodo de reformas políticas, jurídicas y sociales encaminadas a corregir las desigualdades existentes entre las diferentes capas sociales del país. Para ello era necesaria una amplia reforma en todos los ámbitos estamentales del Estado.
Fueron años de la II República de grandes conquistas para las mujeres: derecho a voto, derecho a la educación, aprobación del matrimonio civil y el divorcio, despenalización del aborto, más presencia en el mundo laboral y más participación en las actividades ciudadanas; lo cual, conllevaba escapar de las tradiciones y de la opresión de la Iglesia Católica. Logros que les pasarían factura en el mismo momento en que se inició la represión, pues ni la Iglesia ni la derecha tradicional perdonarían este atisbo de libertad, iniciando de inmediato una implacable persecución del colectivo de las mujeres.
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(1) [José Andrés Gallego y Antón M. PAZOS (eds.), “Pastoral del cardenal Gomá”, en Archivo Gomá: febrero de 1937, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2002, p. 103. / Fuente ]
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Y se puso en marcha una dictadura brutal con el apoyo incondicional de la iglesia católica
Dictadura franquista y nacionalcatolicismo. El haber apoyado la Iglesia a los golpistas, estos la recompensaron con todo tipo de privilegios. Podemos observarlo en todo un aparato legislativo llevado a cabo desde el poder político de la dictadura. Pongo 2 ejemplos.
Las sacramentaciones publicas demostraban la creación de una comunidad nacional que recuperaba la compenetración entre lo religioso y lo político y los principios de una fe tradicional
Bautizo múltiple en la cárcel de Las Ventas / Fuente foto
En el conjunto de ceremonias político religiosas llevadas a cabo durante la guerra civil en la zona franquista adquirieron una especial importancia los actos de re cristianización en la España «recién liberada», una práctica siempre repetida cada vez que una ciudad o importante localidad era conquista por las tropas franquistas. Los bautismos y las celebraciones colectivas de matrimonios y primeras comuniones fueron actos de ritualidad religiosa con una inequívoca proyección propagandística, preparados con un especial cuidado, fueron objeto de grandes reportajes en la prensa, artículos presentándolos como un retorno a las señas de identidad cristiana de la nación española. Los bautismos se convirtieron en un aparador en el que exhibir públicamente el triunfo sobre el ateísmo y la apostasía: los valores de la España de Cristo sobre la Anti España del Anticristo.
En Madrid y Barcelona, centenares de niños «inocentes»- tras su conquista- fueron sometidos a estos rituales. El obispo de Oviedo presumía de haber cristianizado mil matrimonios y «bautizado en racimo» a varios miles de niños. Grandes reportajes de prensa y constantes locuciones en radio se encargaban de darle publicidad a las ceremonias. La Iglesia en estos ritos de conjunción entre religión y conciencia nacional mandaba una imagen de victoria simbólica a la población. Las ciudades elegidas para hacer los rituales bautismales; Alicante, Lleida, Barcelona, Madrid y Valencia, tenían algo en común; todas habían estado sometidas a la tiranía roja. Las celebraciones bautismales eran un ritual nacional católico más de los realizados en las ciudades “ Liberadas”, ese fue el adjetivo propagandístico empleado cada vez que una localidad importante de la España republicana era ocupada por las tropas franquistas.
Mucha gente esperaba con entusiasmo la llegada de la Semana Santa 2022 después de dos años sin salir procesiones a causa de la pandemia. La Semana Santa junto a las ferias de nuestras ciudades y pueblos es la gran fiesta andaluza. Puede gustar o no, puede que se vea como algo trasnochado, puede que no se entienda más allá de Despeñaperros, lo que no cabe duda es que nos referimos a una fiesta que traspasa los muros de la fe y de la propia religión. Por elegir una de tantas definiciones, la calificaría como la fiesta de los sentidos.
Coincidiendo con el equinoccio de marzo o primavera, los miles de naranjos de las calles de nuestros pueblos y ciudades exhalan a los cuatro vientos los aromas de sus discretos y blancos azahares. Bajo este embriagador aroma, que nos regala el sentido del olfato, gran parte del pueblo andaluz vive una de sus más hermosas semanas, la Semana de Pasión, que ahonda sus raíces en los paseos por el Nilo de las antiguas divinidades egipcias o en las pequeñitas diosas ibéricas preñadas de vida o en las procesiones de los dioses romanos. Una semana donde se degustan los alimentos propios de la festividad (pestiños, rosquitos, torrijas…). Es una gozada para el sentido del gusto saborear estas exquisiteces que parecen haber salido de la mano de una abuela andalusí. Ni que decir tiene que junto al olfato y gusto los sentidos de la vista, el oído o el tacto se estimulan ante la belleza de las obras de arte, las saetas y la multitud humana que recorre las calles en busca de un paso o trono.