La historia demuestra que el apoyo de los evangélicos a Trump no era una mera transacción, sino que responde a un ideal combativo que pone a la masculinidad blanca en cabeza. Su influencia no se limita a EE UU

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Kristin Kobes Du Mez, El País, 10 de febrero de 2023
Solo unas semanas antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, los expertos políticos y los líderes religiosos se sentían confusos: ¿cómo era posible que los cristianos evangélicos traicionaran sus valores para apoyar a un hombre como Donald Trump? ¿Cómo era posible que la autoproclamada “mayoría moral” votara a un hombre divorciado dos veces que presumía de sus agresiones a mujeres, se burlaba de sus rivales, mentía con frenesí, disfrutaba siendo vulgar y se jactaba de su “virilidad” en la televisión nacional?
A lo mejor no era más que una relación con fines pragmáticos, aventuraron algunos. Al fin y al cabo, Trump había prometido “proteger el cristianismo” y dar prioridad a los intereses evangélicos. Pero la historia demuestra que el apoyo de los evangélicos a Trump no era una mera transacción. Durante el último medio siglo, los evangélicos blancos conservadores han defendido un ideal combativo de masculinidad y han instado a los hombres cristianos a defender con agresividad “la América cristiana”, un orden religioso y político que es patriarcal, jerárquico y, en el fondo, antidemocrático. El apoyo evangélico a Trump no supuso en absoluto traicionar estos valores, sino, al contrario, materializarlos.
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