Gisella Cardia, una siciliana que congrega a centenares de fieles en lo alto de una colina de Roma cada día 3 del mes, asegura que su virgen llora sangre y que puede multiplicar pizzas y ñoquis. La Iglesia ha prohibido su celebración
Daniel Verdú, El País, 7 de abril de 2024
Hay historias que contienen la esencia de un país. O, al menos, un concentrado de su parte más extravagante. A orillas del lago de Bracciano, a las afueras de Roma, el día 3 de cada mes se repite una escena tan surrealista como magnética, crecida al calor de supuestos fenómenos sobrenaturales, videntes, obispos y muchas horas de prime time televisivo. La siciliana Gisella Cardia, de 54 años, que en realidad se llama Maria Giuseppe Scarpulla, congrega a centenares de fieles para rezar a la virgen. Su supuesto poder espiritual emana de una de las estatuillas de la madona que posee, aseguran sus seguidores, que lloró sangre en dos ocasiones y lágrimas en otras cuantas.
Pero la Gisella —así la llaman— también es respetada como “instrumento de Dios”, insisten sus acólitos, gracias al milagro de la multiplicación alimentaria que, en este caso y a diferencia de lo reseñado en los Evangelios, no fueron panes y peces, sino ñoquis y pizza. Y eso ya fue la prueba definitiva para convencer a muchos de sus fieles, que han llegado a hacer importantes donaciones a una mujer condenada en firme por estafa y bancarrota fraudulenta que ha desafiado a la Iglesia católica con su poder de convocatoria. Este miércoles, sin embargo, no era un miércoles cualquiera.
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