Los fenómenos de la religiosidad popular sevillana no son neutros. Aunque se los quiera contemplar como expresiones transversales amparan poderes particulares. Con sutileza o suficiencia, sus omnipresentes gestores pueden torcer la vida urbana a favor de sus gustos y definir qué es sevillano y qué no. Emplazar una “Santa Misión Evangelizadora” destinada a algunos barrios periféricos ha sido el último de sus hitos.

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Manuel Losada Gómez, El Salto, 8 de noviembre de 2021
A finales de este último mes de septiembre, la Hermandad del Gran Poder anunció una salida extraordinaria de su imagen más conocida. Después de dos años de ausencia, Sevilla tiene hambre atrasada de procesiones. Y más aún dado que durante las dos últimas décadas la Semana Santa se ha comido el calendario con eventos cofrades fuera de fecha. Nada anormal pues. Salvo que la procesión se convocaba como una “Santa Misión Evangelizadora” para los barrios objeto de su visita. Redacciones y emisoras de radio se encargaron de resaltar con denuedo uno de ellos: Los Pajaritos, que comparte el podio de la pobreza en Sevilla con Torreblanca y el Polígono Sur.
Quizás debido al temor reverencial que infunde el colectivo cofrade, pocos se han atrevido a reparar en el agravio que supone tal despliegue de paternalismo, reminiscencia de las estampas de la España más berlanguiana. No deja de ser significativo que, a poco más de una semana del 12 de octubre, “Fiesta de la Hispanidad”, el icono y su cortejo de administradores y acólitos desciendan a visitar otros mundos en “misión evangelizadora”. El esquema mental implícito tiene, en efecto, mucho de pensamiento colonial. La marginalidad que define a ciertos barrios viene a ser un exotismo interno, campo de experimentación, sujeto de beneficencia, escenario de noticias luctuosas, películas y documentales e incluso fuente de folclore. Son lugares de los que se habla en términos bélicos (intervención), carcelarios (rehabilitación), morales (regeneración) y ahora también espirituales (santa misión.) Sitios que van de solución en solución hasta la “solución final”, que consiste básicamente en colonizarlos llegado el caso con poblaciones menos problemáticas y más acreditadas económicamente. Algo harto improbable dado el problema que supondría dispersar por la ciudad a tantos sevillanos periféricos.
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