Lo que nos jugamos en la pugna por el derecho al aborto

septiembre 6, 2021
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Un grupo de activistas protesta contra la disposición que prohíbe el aborto a partir de las seis semanas de gestación, el pasado 1 de septiembre, frente a una corte federal en Houston, Texas (EE.UU.).- EFE

Beatriz Gimeno, Público, 6 de septiembre de 2021

Si la violencia contra las mujeres es la muestra más evidente del patriarcado ejercido en nombre de hombres particulares sobre las mujeres (aunque apoyados por el sistema), la prohibición del aborto es la muestra más evidente del poder patriarcal ejercido por el propio sistema. Ambas cosas nos recuerdan cada día donde estamos las mujeres y ambas cosas nos recuerdan que, aunque en el cómputo global avancemos, los retrocesos son siempre posibles, e incluso habituales, casi siempre después de una época de avances. La violencia ejercida por los hombres contra las mujeres es muy complicada de combatir y no bastan las leyes (aunque son imprescindibles) ni la voluntad política,  sino que requiere de un cambio cultural profundo que implica trasnversalizar el feminismo en todos los aspectos de la vida. Es complicado y, sobre todo, a los políticos les basta con manifestarse en contra de la violencia mientras que no hacen nada para combatirla; les permite mantener una posición relativamente cómoda.

Para garantizar el derecho al aborto, en cambio, sí pueden bastar las leyes y por eso es ahí donde se da una profunda y áspera batalla entre el feminismo y el patriarcado y sus defensores. También por eso es más fácil ganarlo, si bien nunca se ha terminado de ganar del todo. Es posible aprobar una ley de derecho al aborto, como en España y en la mayoría de las democracias y, al mismo tiempo, poner decenas de obstáculos para dificultarlo, también como en España. No obstante, dado el poder simbólico de este derecho,  su mero reconocimiento es fundamental; aquí es más difícil jugar a dos bandas.  Y es aquí donde los antifeministas mantienen una lucha en la que llevan años invirtiendo mucho dinero y esfuerzo en todo el mundo. Acaban de ganar una importante batalla en Texas que nos tiene que poner alertas. El derecho al aborto no es un derecho más para las mujeres, es la clave de bóveda de los demás derechos y es también un derecho fundamental en una batalla global para extender o mantener un determinado orden social.

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Déjenme en paz

septiembre 6, 2021

“Los creyentes tienen derecho a no abortar, a no divorciarse, a no comer cerdo, a no hacer uso de la eutanasia y morir sufriendo, tienen derecho a relaciones sexuales sólo para procrear, a casarse sólo con personas del otro sexo, tienen derecho a no querer ver ciertas películas o a no leer ciertos libros,… [pero] No tienen ni la autoridad ni el derecho a basarse en sus creencias particulares, para redactar leyes y comportamientos obligatorios para todo el mundo”.

Marc Cabanilles, Levante, 6 de septiembre de 2021

Puede sonar feo o duro, pero desde mi punto de vista, la religión consiste básicamente en entrenar la mente para que ignore la evidencia y la lógica, basándose únicamente en la fe. Y por si esto no fuera bastante, encima sentir orgullo de ello en vez de vergüenza.

Fijado este punto de partida, diré que me importa un bledo la religión que cada cual tenga, sea cristiana, musulmana o judaica.

Simplemente me parece ridículo y una pérdida de tiempo, intentar descifrar lo que unos libros de fantasías y mitologías antiguas (Biblia, Corán y Torá), quieran decir sobre la vida actual, siendo que fueron escritos hace miles o cientos de años. A pesar de ello, y en aras del respeto, yo siempre lucharé para que haya libertad de conciencia, y que quien quiera, sea cristiano, musulmán o judío.

Pero ¡¡ ojo !!

Dado que no creo en ninguna de esas fantasías, no dejaré que ningún creyente (sea persona o institución), que nadie ni nada, puedan dictar cómo he de vivir mi vida. Me trae al pairo lo que diga la Biblia, el Corán o la Torá.

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El congreso de teólogos afea a los obispos su afán de riqueza por las inmatriculaciones

septiembre 6, 2021

Manifiesto: “La jerarquía católica contraviene el mandato de Jesús de no acumular tesoros y se coloca del lado del neoliberalismo”

Córdoba/15-09-2018: Exterior de la Mezquita Catedral de Córdoba / FOTO: PACO PUENTES/EL PAIS

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Juan G. Bedoya, El País, 6 de septiembre de 2021

La Asociación de Teólogos Juan XXIII criticó a los obispos por las inmatriculaciones realizadas durante décadas (34.962, exactamente) en su 40º Congreso de Teología, celebrado de forma telemática desde el viernes y hasta ayer. “Con la apropiación de esas decenas de miles de bienes, la jerarquía contraviene el mandato de Jesús de no acumular tesoros en la tierra, hace oídos sordos a la petición de que devuelva dichos bienes al pueblo y se coloca del lado del neoliberalismo que mata”, acusa el manifiesto con el que la asociación clausuró el evento.

La organización afeó también a la Conferencia Episcopal Española (CEE) su presencia en los impresos de las declaraciones de la renta. “Con la asignación tributaria destinada solo a la Iglesia católica, que este año ha recibido 301,7 millones por ese concepto, la jerarquía se apropia de un dinero que debería destinarse a fines sociales”, señala el texto.

El lema del congreso, El neoliberalismo mata: No se puede servir a Dios y al dinero, estaba basado en palabras de Jesús de Nazaret, en la afirmación del papa Francisco sobre “la economía de la exclusión y de la iniquidad que mata” y en la calificación de Pedro Casaldáliga del neoliberalismo como “la gran blasfemia” del siglo XXI. “Hemos analizado las situaciones de injusticia estructural, pobreza extrema, desigualdades crecientes, violencia de género, discursos y prácticas de odio contra personas inmigrantes, refugiadas y desplazadas, LGTBI y el deterioro del planeta. Buena parte de estas situaciones son consecuencia del neoliberalismo, que es injusto en su raíz y en sus consecuencias, sobre todo en el sur global”, afirma el primer punto del manifiesto.

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Todo lo que a la Iglesia aún le queda por hacer en España para la “reconciliación” con el siglo XX que pide el papa

septiembre 6, 2021

La institución católica ha asumido pecados en el Holocausto, la dictadura argentina y la persecución de pentecostales, pero no por el golpe del 36, la Guerra Civil, las delaciones y la represión en España

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El papa, durante una audiencia en el Vaticano en agosto / Europa Press

Ángel Munárriz, InfoLibre, 6 de septiembre de 2021

El papa, en una entrevista en la Cope, ha pedido esta última semana a España que se reconcilie con su propia historia, especialmente del siglo XX. La pregunta de Carlos Herrera había sido sobre Cataluña, pero Francisco se desvió hacia la historia para señalar lo que a su juicio es la “clave”: “No sé si España está totalmente reconciliada con su propia historia, sobre todo del siglo pasado. Y si no lo está, tiene que hacer un paso de reconciliación con la propia historia”. Pero, ¿está la Iglesia “reconciliada” con su propio papel en el convulso siglo XX español? La trayectoria de la institución –cómplice de la represión y hermanada con el franquismo–, su estatus actual –erigido sobre privilegios con origen en la dictadura y a los que la jerarquía se aferra–, su trato a las víctimas y su resistencia a oficializar un perdón y reconocimiento de culpa que sí ha emitido en otros casos indican claramente que la propia Iglesia no está a la altura del listón que pone el propio pontífice.

Complicidad con el franquismo

La historia no sólo sitúa a la Iglesia del lado de los sublevados contra la República, sino que muestra su consustancialidad con el régimen franquista. La jerarquía católica fue un elemento determinante del bloque de fuerzas que socavó la República desde su proclamación. “Enemigos de la Iglesia y del orden social”, clamaba contra los republicanos en 1931 el cardenal primado y arzobispo de Toledo, Pedro Segura. “Cuando se produjo el levantamiento militar, salvo algunas excepciones, la Iglesia se apresuró a apoyar el pronunciamiento y a sacralizarlo, convirtiéndolo pronto en una Cruzada. Durante la guerra civil y a su término, la jerarquía denunció la cruenta persecución a que habían sido sometidos sus sacerdotes y religiosos en la España republicana durante la guerra, mientras silenciaba la represión”, sintetiza el historiador Francisco Moreno Sáez.

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