La norma recién aprobada, al igual que en 2007, soslaya las responsabilidades de la institución católica

Ángel Munárriz, InfoLibre, 25 de julio de 2022
Una ley es lo que dice, pero también lo que no. Y hay algo que no dice la Ley de Memoria Democrática que a su vez dice mucho sobre la ley. Una institución se queda fuera, aunque estuvo dentro del franquismo, régimen responsable de las víctimas que se pretende reparar. Hablamos de la Iglesia católica española.
La Iglesia no aparece ni en la ley de memoria de 2007 ni en la de 2022, pese a tratarse de una institución básica del régimen nacionalcatólico. No fue sin más aliada de la dictadura, o cómplice, sino parte de la misma. Lo dice la historia, que no sólo sitúa a la Iglesia del lado de los sublevados, sino que muestra su carácter consustancial al régimen. Ya antes del golpe del 18 de julio, la jerarquía católica fue un elemento determinante del bloque de fuerzas que socavó la República. Sus más destacadas voces se alzaron. “Enemigos de la Iglesia y del orden social”, señalaba a los republicanos en 1931 el arzobispo de Toledo, Pedro Segura. “España será católica o no será”, dijo el cardenal Isidro Gomá durante la guerra, en otra frase imprescriptible.
La Iglesia se apresuró a apoyar el pronunciamiento y a sacralizarlo, convirtiéndolo en “la Cruzada”. “Durante la guerra y a su término, la jerarquía denunció la persecución a que habían sido sometidos sus sacerdotes y religiosos […], mientras silenciaba la represión”, sintetiza el historiador Francisco Moreno. La consumación del alineamiento se produjo en 1937 con la Carta Pastoral Dirigida a los Obispos del Mundo Entero: “No hay en España más esperanza para reconquistar la justicia y la paz y los bienes que de ellas derivan que el triunfo del movimiento nacional”. El apoyo alcanzó de pleno al Vaticano. Acabada la guerra, con Franco vencedor, Pío XII telegrafió un mensaje al general ferrolano: “Levantamos nuestro corazón al señor y agradecemos la deseada victoria católica en España”. El papa nombró “protocanónigo” al “Caudillo”.
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