A propósito del asesinato en Algeciras del sacristán Diego Valencia a manos de Yassine Kanjaa, que dijo haberlo cometido en nombre de Alá, se han abierto dos debates. Uno es el de si las religiones alimentan la violencia; el otro se concreta en si en el núcleo del islamismo anida la violencia.
Para responder a lo primero convendría hacer varias distinciones. Así, habría que fijarse en las religiones en sentido estricto, con sus dogmas y mandamientos. Y es que abrimos mucho el concepto de religión, cualquier cosa podría serlo, y pierde su sentido la discusión. En este punto es donde tendríamos que centrar la polémica, que viene de lejos, sobre el islamismo y la violencia. Por mi parte, y sin entrar en posturas que nada ayudan, como las que bendicen dicho islamismo, creo que podemos utilizar dos criterios. Según uno de ellos, la cuestión recae en si los textos sagrados del islam, como el Corán y los Hadices, fomentan la violencia.
En las últimas décadas se ha multiplicado el número de canales de televisión vía satélite dedicados a la transmisión de contenidos religiosos. Los países del Golfo liderados por Arabia Saudí por un lado e Irán por otro han instalado estos medios en medio mundo con una generosa financiación económica y con un ejército de periodistas bien remunerados. Medios con programaciones durante las 24 horas del día que incluyen discursos y entrevistas realizadas por imames, ulemas y predicadores cuya formación poco o nada tiene que ver con los valores democráticos.
Tal fenómeno representa un campo de batalla más en el mundo digital donde las autoridades políticas y religiosas pretenden sacar un rendimiento político, social e ideológico de la difusión de ciertas ideas. Esta es una de las consecuencias de la expansión del islam político que afecta a todos los ámbitos de la vida de los 57 países de mayoría musulmana. Estos incluyen a los 22 países árabes además de otros 35 no árabes como Turquía, Irán, Afganistán, Pakistán, Indonesia… todos ellos englobados en una organización conocida como la Liga del Mundo Islámico.
Estos días me parece estar viviendo en Sumisión de Michel Houellebecq, solo que sin el consuelo que da saber que todo es ficción. Los petroislamistas no han comprado la Sorbona, como sucede en la novela del autor francés, pero sí parece que se han hecho con la FIFA, algo que a nivel mediático resulta infinitamente más rentable que una universidad de prestigio. Y al ser el fútbol un espacio de entretenimiento parece incluso inofensivo que interese a una monarquía absoluta como Qatar. En el libro El círculo cerrado de los Hermanos Musulmanes, Lorenzo Vidino recoge varios testimonios de antiguos miembros de la organización. Uno de ellos, Ahmed Akkari, da en el clavo al analizar por qué a este movimiento político-religioso de tintes reaccionarios le cuesta tan poco penetrar en países democráticos: “Los Hermanos perciben que el verdadero talón de Aquiles de Occidente, la debilidad que a la postre precipitará su caída, es su naturaleza materialista, su disposición a negociar cualquier cosa, incluso sus valores fundamentales.” Algo de sobra sabido por quienes hemos tenido que soportar algún que otro sermón islamista o hemos echado un vistazo a las cuentas de sus jóvenes influencers. En esta parte del mundo, repiten a menudo, la moral brilla por su ausencia y ese es un motivo más que suficiente para legitimar el ambicioso proyecto de acabar islamizando Occidente tarde o temprano. Lo que no nos hubiéramos imaginado cuando soportábamos pacientemente a los predicadores de largas barbas, es que la penetración islamista sería por vía futbolística.
A mediados del siglo XXI ya superará en creyentes al cristianismo y representará el 31,1% de la población mundial. La rápida expansión del islam no se sustenta en un agudo fenómeno de conversiones, sino en el puro y simple crecimiento vegetativo.
La población musulmana, que hoy roza los 1.800 millones de personas, podría alcanzar y superar a la cristiana en el año 2060, según todos los informes prospectivos. Para ese año, el islam podría ser profesado ya por 3.000 millones de creyentes, un 70% más que hoy, y se convertiría en la religión más numerosa del mundo por primera vez en la historia moderna.
Los musulmanes representarían entonces el 31,1% de la población mundial, 7 puntos más que ahora, mientras que los cristianos, que hoy suman 2.400 millones, verían disminuir su presencia en términos relativos. África se convertirá dentro de 38 años en el área geográfica con más musulmanes del planeta, incluso por encima del mundo árabe, que hasta hoy ha sido el baluarte sin discusión de la religión del profeta Mahoma.
La rápida expansión del islam no se sustenta en un agudo fenómeno de conversiones, sino en el puro y simple crecimiento vegetativo. Las sociedades islámicas son las más jóvenes del planeta y experimentan una tasa de fecundidad particularmente elevada, muy por encima de cristianos, hindúes, judíos o no creyentes. Para empezar, la edad media en la población musulmana se sitúa en los 24 años, mientras que los hindúes alcanzan los 27 y los cristianos se elevan ya a los 30. Las demás religiones superan ese techo.
¿Qué ideología lleva a una persona a mandar a muerte a un escritor, y más si es un ciudadano extranjero y está a miles de kilómetros y no le representa ninguna amenaza, y más si le acusa de blasfemia sin haber leído sus libros, para empezar, porque están en lenguas que desconoce?
Uno de los rasgos de los dirigentes de la República Islámica (RI) es identificarse con el islam (religión nacida para guiar a los árabes, como afirma el propio Corán), y no con Irán, su cultura y literatura, a las que detesta por cuestionar, desde hace milenios, a los autodenominados “representantes de Dios en la tierra” y blasfemar sobre lo que ellos cuentan de ésta y la “otra vida”. Es imposible encontrar un libro relevante de la literatura persa que no se haya mofado de los mullas, presentándoles como pandilla de hipócritas y timadores que viven del cuento, se aprovechan de los miedos y manipulan las emociones de los más ingenuos, anulándoles la razón en el nombre del Todopoderoso para banalizar la crueldad a beneficio propio. Poesías de Omar Jayyam (s. X), Hafez (s. XIV), Eshghi o Ghazvini (s. XIX) advierten de la falta absoluta de moralidad y ética entre la mayoría de los hombres y mujeres que se ocultan bajo la sotana:
Un beato le dijo cierta vez a una hetaira: “En los brazos de todos, te abandonas borracha”. “Oh beato: es verdad lo que tu boca dice, ¿pero acaso eres tú igual que te declaras?”
Hija de musulmán argelino y de una francesa con orígenes católicos y judío, Kahina Bahloul (París, 43 años) nada a contracorriente. Es la primera mujer imán en Francia. Pero el suyo es un islam liberal, alejado del islamismo predominante y marcado por la tradición de la mística de Ibn Arabí y por el sufismo. Acaba de publicar en castellano el ensayo Mi islam, mi libertad (ediciones La Llave).
PREGUNTA. ¿Cómo descubrió a dios?
RESPUESTA. Para mí fue natural. Crecí en Argelia con mis abuelos, que eran creyentes. Su práctica religiosa de islam no es como la que nos imaginamos hoy. Era una fe en harmonía con la naturaleza y la sociedad, simple y cercana de lo humano.
P. No tenía que ver con el islam hoy.
R. No. Era el islam tradicional. Yo veía a mi abuelo rezando bajo un árbol. Tenía un lado místico, romántico. Las fiestas eran un momento de alegría y convivencia. Era muy distinto. Presencié el giro que ocurrió con el auge del integrismo islamista.
Transcripción (realizada por Carmen Carriles), del vídeo que recoge la ponencia de Mimunt Hamido en la XV Jornada Laicista de Europa Laica, “Feminismo y Laicismo” celebrada en Gijón el pasado 28 de mayo
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Mimunt Hamido, 13 de junio de 2022
Primero, cómo no, darte las gracias a ti, Karina, a Victoria, a Asturias Laica, Europa Laica, por darme la oportunidad de venir y poner en contexto y hablar de lo que yo hablo siempre, de mujeres, de cómo influye la Religión en las mujeres y sobre todo de Laicidad; voy a hablar de la presión social que ejerce el Islam sobre las mujeres y para eso siempre tengo que poner un contexto, porque algo que a veces me enfada también y lo digo, es que las feministas magrebíes, del mundo árabe conocen perfectamente la agenda feminista que es Internacional, conocen perfectamente la Historia, la Literatura, la Cultura Occidental, pero hay un gran desconocimiento desde aquí hacia allí, de hecho hay feministas que creen que los movimientos feministas en los países árabe musulmanes o no existen o son muy nuevos, olvidando que por ejemplo, en Irán ya había un movimiento feminista en 1889, en Argelia exactamente igual, en Egipto en 1930 y todos esos movimientos feministas venían de la mano del Laicismo, siempre con ese proyecto laicista, porque si no era imposible.
Voy a ponerlo un poquito en contexto y luego ya hablaros de cómo influye la Religión en las mujeres. Todas la Religiones, al menos todas las monoteístas que tenemos ese ¨placer¨ de conocer, en el ámbito del Mediterráneo imponen al creyente, un conjunto de valores y actitudes justificados como voluntad divina y por lo tanto se blinda para todo debate, es una voluntad divina y no se puede cuestionar lo divino, pero mientras poco caso se hace desde los púlpitos, a la vulneración de mandamientos del tipo no matarás, hay un campo en el que todos los teólogos, cristianos, judíos y musulmanes han perseguido, siempre con dureza todo atisbo de insubordinación: el de las normas sexuales, en concreto el de las impuestas a las mujeres.
En el ámbito de la moral sexual prácticamente no hay diferencia entre el Cristianismo, el Judaísmo y el Islam, es algo que quiero dejar muy claro, en lo que se refiere a las Sagradas Escrituras, en lo que si se diferencian mucho las tres religiones es en la cuota de poder de la que disponen hoy día para imponer sus normas a la población.
Varios países pertenecientes al mundo araboislámico como Egipto e Irán conocieron el cine poco después de su aparición con los hermanos Lumière en Francia en 1895. Años después, otros países de Oriente medio y Norte de África, como Siria, Líbano, Iraq, Túnez, Marruecos, etc. mostraron su interés por este arte construyendo cines y proyectando películas, importadas primero y de producción propia después. La industria cinematográfica egipcia desde las primeras décadas del siglo XX ha sido próspera, especialmente por la cantidad de películas que produce anualmente, que es comparable con España. Los actores y actrices egipcios son conocidos para el público árabe porque sus filmes se proyectan en todo el mundo árabe. En la mayoría de los países anteriormente mencionados se organizan anualmente festivales para dar a conocer las películas más recientes. Muchas han sido prohibidas por la censura temporalmente o de forma definitiva por razones religiosas o morales.
El público suele recibir estas proyecciones con interés, pero frecuentemente surgen polémicas por los contenidos de las mismas, especialmente si tratan temas políticos, y más aún si plantean asuntos relacionados con la religión o la moral pública.
Una aproximación histórica al fenómeno del velo, en contextos musulmanes y en otros lugares, para comprender su complejidad.
Puestos en Le Bourget (París) durante el encuentro anual de los musulmanes franceses organizado por Musulmanes de Francia, exUOIF, la rama francesa de los Hermanos Musulmanes, en 2018 / Jacques Demarton / AFP
En el Magreb, durante el año 2021, se organizaron ceremonias en las que se animaba a las adolescentes y a las estudiantes a ponerse el velo. En Túnez y Argelia se premió a las chicas que comenzaron a llevar el velo en un ambiente festivo.
Todos estos acontecimientos parecen atestiguar un resurgimiento del activismo islamista que utiliza el velo como punta de lanza. En efecto, el velo de las mujeres está en la base de la ideología islamista que se desarrolló tras el nacimiento, en 1928 en Egipto, de la asociación de los Hermanos Musulmanes basada en la reivindicación de la creación de un Estado islámico basado en la ley islámica (sharía).
Para no caer en la trampa de la retórica islamista, de equiparar cualquier crítica al velo con la islamofobia, parece útil realizar una aproximación histórica al fenómeno del velo, en contextos musulmanes y en otros lugares, para comprender su complejidad.
¿Puede el estado hacerte más religioso? Es la pregunta que Turquía lleva haciéndose durante las últimas décadas. El país ha sido gobernado durante años por un partido inmerso en el Islam político. Hace unos meses, diferentes encuestas sobre las creencias personales se hacían eco de un hallazgo que ha hecho que los gobernantes del país se lleven las manos a la cabeza: los niveles de religiosidad disminuyeron durante su régimen.
El cambio no es sísmico y surge un debate creciente de a dónde se dirige el país en los próximos años.
Evidencia de la experiencia turca
Una investigación llevada a cabo por Murat Çokgezen, del Departamento de Investigación Económica de la Universidad de Marmara, se propuso evaluar el impacto de la política de islamización de dos décadas llevada a cabo por el partido pro-islamista, que llegó al poder en 2002 en Turquía, sobre las actitudes de los turcos hacia los valores religiosos, las prácticas religiosas y el clero.
En este sentido, se examinó cómo la importancia de la religión, la frecuencia de ir a las mezquitas y la confianza en el clero han cambiado entre los musulmanes turcos entre 2002 y 2018, utilizando datos de la Encuesta Mundial de Valores. Las conclusiones de aquel estudio indican una reducción en la creencia en Dios, la asistencia a las mezquitas y la confianza, lo que implica el fracaso de la política de islamización.