La religión ha desaparecido de la creación artística. El contenido religioso ha quedado reducido a la provocación o a la polémico llegando incluso a ofender a colectivos religiosos, entre ellos al actual Papa Francisco cuando era arzobispo de Buenos Aires

McJesús de Jani Leinonen que acabó siendo retirada de la exposición “Bienes sagrados” del Museo de Arte Haifa (Israel) ante las protestas de la comunidad cristiana
José Ramón Navarro Pareja, El Confidencial, 1 de agosto de 2021
La última edición de ARCO constató una vez más que la religión ha desaparecido de la creación artística contemporánea. La temática que ha llenado la mayoría de las páginas de los libros de Historia del Arte, la gran inspiración y, casi única durante siglos, de los más reconocidos creadores, apenas está presente hoy en el mercado. Y no sólo en ARCO, los artistas actuales ya no crean obra para iglesias, mezquitas o sinagogas mientras que el contenido religioso ha quedado reducido a la provocación o la polémica. Avanzado el siglo XXI se hace realidad el planteamiento que sostenía el profesor José Jiménez en su ‘Teoría del Arte’, publicada en 2003, para quien, en contraposición a lo que ha ocurrido a lo largo de la Historia, en la actualidad en vez de concebirse “la obra de arte como un medio de expresión de contenidos espirituales, la deriva laica de la cultura moderna, la secularización del mundo que afecta también al arte, lleva a concebir las obras como propuestas conceptuales de carácter mundano”
Y para los creyentes, quizás sea mejor así. Porque cuando la religión ha entrado en la escena de ARCO lo ha hecho con tono provocador, irreverente, incluso considerado blasfemo para quienes profesan alguna religión. Ocurrió en 2010, cuando el madrileño Eugenio Merino presentaba ‘Stairway to Heaven’, una escultura hiperrealista que reproducía a un rabino de pie, encima de un sacerdote arrodillado, que a su vez estaba sobre un imán en oración. Además, el mismo stand acogía otra obra de Merino: una menorá (el candelabro ceremonial judío de siete brazos) que tenía como base una metralleta Uzi, creada y utilizada por el ejercitó israelí. La muestra provocó la protesta oficial de la embajada de Israel en España, que consideraba que las obras incluían “elementos ofensivos para judíos, israelíes y, seguramente, para otros”. Y añadía que “valores como la libertad de expresión o la libertad artística sirven en ocasiones de simple disfraz de prejuicios, de estereotipos o de la mera provocación por la provocación”. “Un mensaje ofensivo no deja de ser hiriente por pretender ser una obra artística”, sentenciaba la nota emitida por la legación israelí.
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