En Afganistán se intentó prohibir el canto en público a las chicas a partir de los 12 años. Hubo que dar marcha atrás. Fue una manifestación más de la voluntad de silenciar a las mujeres.

Niñas en una madrasa (escuela coránica) en Kandahar, Afganistán, el pasado 27 de octubre / MARCUS YAM / GETTY
Ángeles Espinosa, El País, 12 de mayo de 2021
Cantar es mucho más que una actividad lúdica. Para el mielero regente, un ave endémica de Australia, significa la diferencia entre la supervivencia y la extinción. A medida que su población se reduce, los machos pierden los modelos para aprender los trinos con los que atraer a las hembras y asegurar la especie. Entre los humanos tal vez no sea tan dramático, pero el canto ayuda a expresar la alegría y a conjurar las penas, a espantar la soledad o a reforzar el grupo. De ahí que las afganas hayan elevado su voz ante el intento de prohibirles cantar en público a partir de los 12 años. La pretensión de silenciar a las mujeres es una vieja aspiración de los extremistas religiosos que desborda la música y las fronteras de Afganistán.
A principios de marzo, el director general de Educación de Kabul instruyó a los claustros de profesores tanto de colegios públicos como privados para que las niñas de más de 12 años dejaran de cantar en actos escolares, salvo ante audiencias exclusivamente femeninas. Su carta también precisaba que, a partir de esa edad, las alumnas no podían tener como profesor de música a un varón. La indignación generalizada con que reaccionaron muchos afganos, pero sobre todo muchas afganas, ha obligado al Ministerio de Educación, dirigido por una mujer, a desautorizar al responsable.
Escritoras, activistas sociales y chicas anónimas denunciaron la medida colgando vídeos en las redes sociales en las que entonan canciones tradicionales como reivindicación de su derecho. A numerosos afganos, entre ellos a la exvicepresidenta y activista de los derechos humanos Sima Samar, la controvertida decisión les ha recordado al régimen talibán (que la intervención estadounidense echó del poder en 2001). Bajo su férula, se prohibió la música y que las niñas fueran a la escuela. El asunto es especialmente delicado ante la posibilidad de que los talibanes entren en el Gobierno como resultado de las actuales negociaciones de paz. Pero la obsesión con la voz de las mujeres no es una exclusiva de esos extremistas suníes.
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