Con el nuevo ejecutivo israelí, la colonización no ha cesado un ápice en Cisjordania y la violencia cotidiana, en todas sus formas, ponen al límite el umbral del dolor y de la paciencia palestina. Hoy, 74 años tras la Nakba y 55 después de la Naksa, la violencia sionista ha alcanzado su máxima expresión.

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Antonio Basallote Marín, El Salto, 7 de junio de 2022
Una mañana como la de hoy, hace 55 años, en el contexto de la invasión israelí de Cisjordania durante la fulminante y devastadora Guerra de los Seis días, el ejército sionista ocupaba la Ciudad vieja de Al Quds-Jerusalén. Esa misma mañana, entre el barrio magrebí de la ciudad y el Muro de las Lamentaciones, con el Duomo de la Roca emergente del Haram al-Sharif (el noble recinto, para los musulmanes), conocido como “Monte del Templo” por el judaísmo, los soldados estaban eufóricos tras una conquista percibida desde buena parte de la sociedad, como épica y redentora. Así, en ese momento uno de los líderes militares y religiosos más influyentes del momento, el rabino y general Shlomo Gorem, que ejercía de jefe religioso del Ejército, propuso un plan al comandante en jefe de este, Uzi Narkis. La propuesta, revelada por el propio Narkis al diario Haaretz en 1997, era hacer saltar por los aires el Duomo de la Roca: “Ahora es el momento de volar el Duomo. Hazlo ahora y pasarás a la historia” instó Gorem a Narkis. El general Narkis, sin embargo, se opuso de forma contundente.
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