Artículo publicado en la revista de la CSI, Contracorriente nº 43
Andrés Valentín, miembro de la Plataforma en Defensa del Patrimonio Navarro y de la Coordinadora Estatal Recuperando
José María Rosell, coordinador del Grupo Inmatriculaciones Asturias, miembro de la dirección de Asturias Laica

Contracorriente nº 43
Las inmatriculaciones son primeras inscripciones de bienes inmuebles en el registro de la propiedad. Pero, sobre todo, las inmatriculaciones son procedimientos franquistas que han permitido a la Iglesia Católica apropiarse de miles de bienes de valor incalculable.
La reforma de la Ley Hipotecaria de 1946 y su Reglamento de 1947 equiparaban a la Iglesia Católica con una administración pública y a los obispos con notarios. Un obispo decía: Inmatriculo este bien porque yo mismo certifico que Esto es mío porque me pertenece desde tiempo inmemorial en pacífica posesión. Con eso bastaba.
Además, todo ello se hacía en la más absoluta opacidad. Hace unos diez años se empiezan a detectar y denunciar estas privatizaciones de bienes de dominio público. Hoy es el día que la primera batalla de esta lucha consiste en conocer el volumen y detalle de los bienes inmatriculados.
La jerarquía católica ha inmatriculado entre 1946 y 2015 miles de bienes. Hace unos meses, en una entrevista en la Cadena SER Fernando Jiménez Barriocanal, responsable de asuntos económicos de la Conferencia Episcopal, reconoció entre 30.000 y 40.000 inmatriculaciones. Mucho nos tememos que se refiera a los que fueron inmatriculados después de 1998. Esto nos puede dar una idea del volumen, pero hay que añadir el valor de esos bienes: ¿Cuánto valen la Mezquita de Córdoba, la Giralda de Sevilla, docenas de catedrales, miles de iglesias y ermitas,…?
Pero la iglesia ha inmatriculado también casas del cura, cementerios, prados, viñas, montes, calles, frontones,… La voracidad no ha tenido límites.
Nos encontramos, por tanto, ante un escándalo monumental, ante la apropiación inmobiliaria más importante que ha conocido este país.