Por José Antonio Naz Valverde, coordinador de Andalucía Laica

Enseñanza Pública y Laica para una nación andaluza
José Antonio Naz Valverde, Colectivo Prometeo, 21 de marzo de 2021
“los centros con un particular proyecto religioso alimentan el odio entre ciudadanos…los niños deben ser educados en la misma luz, en la misma libertad, en las escuelas de la nación, donde aprenderán a amarse unos a otros”. Jean Jaurès.
Parecería que esta frase del ilustre socialista francés estaba en la mente de quienes redactaron el Estatuto de Autonomía de Andalucía, que dicta textualmente en el artículo 21 – 2 que “la enseñanza pública, conforme al carácter aconfesional del Estado, será laica”. Y ,además, entiende por públicos todos los centros financiados con dinero público. Por tanto si se cumpliera con el Estatuto todos los centros andaluces, a excepción de los privados no subvencionados, deberían ser Laicos. Al redactar y votar por amplia mayoría este texto, cabe entender que el pueblo andaluz tenía grandes conocimientos de pedagogía y de desarrollo económico y cultural. Posiblemente sabían que la instrucción y la formación más fuerte es aquella que se basa en el conocimiento científico, en la experimentación y en el desarrollo del pensamiento crítico, en el trabajo colaborativo entre iguales y en un contexto libre de prejuicios y de grupos identitarios. Seguramente conocerían los datos y estadísticas de distintos países que indican que una educación de la población con ese sistema produce generaciones bien formadas con las competencias suficientes para impulsar el desarrollo tecnológico, económico, cultural y social de la nación.
Recuerdo que en la visita con estudiantes cordobeses al parlamento de Bretaña (Francia), nos explicaban que la región había pasado en unas cuantas décadas de una economía de pesca y agricultura a ser referente en desarrollo tecnológico debido a que la tercera parte del presupuesto transferido (descentralizado) del Estado lo invertían en educación y formación. Y se enorgullecían de que su alumnado obtenía año tras año las mejores notas en el examen estatal de acceso a los estudios universitarios.
Todos y todas sabemos que los sistemas educativos que obtienen mejores puntuaciones en las evaluaciones externas, como el tan repetido caso de Finlandia, son casi al 100% públicos. Los Estados de esos países entienden que para cumplir con sus objetivos de desarrollo y bienestar de la población tiene más garantía diseñar y controlar su sistema educativo que dejarlo en manos de empresas privadas con ánimo de lucro y diferentes idearios.
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