Tras el “Origen de las prerrogativas de la iglesia católica” Alberto García continúa revisando los históricos privilegios de la iglesia católica en nuestro país, centrándose ahora en los Acuerdos con el Vaticano y el Régimen del 78.

El ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja y el cardenal Jean Villot firman los Acuerdos con el vaticano en 1979
Alberto García, Hojas de Debate, 19 de diciembre de 2020
En pleno siglo XXI, cuando amplísimos sectores de la sociedad española ha perdido su vinculación eclesial, y los dogmas y delirios clericales se revelan plenamente incompatibles con el conocimiento científico, no conseguimos revertir al Estado competencias que la Iglesia sigue usufructuando de manera indebida.
Ya hemos visto sucintamente qué es un Concordato, una serie de acuerdos de rango internacional que se establecen entre un estado soberano y el Vaticano, y sirven para pactar toda una serie de materias que aun debiendo ser de la exclusiva competencia estatal, se comparten, hipotecándose a favor de esta confesión religiosa. Por lo que a España respecta, dando carta de naturaleza a los privilegios insólitos de que viene disfrutando en nuestro país. De ahí que la República los eliminó como fórmula jurídica.
Sin embargo, mostrando una vez más la vinculación existente en España entre el Estado y la Iglesia, cuya soberanía última reside en el Papa, Jefe de Estado de un país extranjero, se procede a la redacción subrepticiamente, de una serie de pactos entre el gobierno provisional de Suarez y el Vaticano, para limitar la potestad de legislar soberanamente sobre ellos a los futuros parlamentarios, como materias que son de plena competencia estatal, despojando de su plena soberanía respecto de ellas al pueblo español y haciendo una cesión inadmisible al Vaticano.
Estamos hablando de los «Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede de 1979»[i], mediante los que se reformó el Concordato de 1953[ii], que habían sido precedidos por otro de 1976 al que obviaremos por su limitada, aunque no inexistente, importancia.
Son un ejemplo del más sórdido maquiavelismo clerical. Los negoció con el Vaticano, en secreto el beato Marcelino Oreja, ministro de Exteriores del gobierno de Suárez, (tío y valedor político del ultra Mayor Oreja) antes de que se aprobara la nueva Constitución, y fueron firmados el 3 de enero de 1979, cinco días después de que entrara en vigor aquélla, que había sido publicada en el BOE el 29 de diciembre de 1978. Read the rest of this entry »