«Niña, mujer, ciencia y… ¿religión?» Mesa redonda

febrero 9, 2023

Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

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Centro de Ciencias Humanas y Sociales, 9 de febrero de 2023

Con motivo de la celebración del Día internacional de la niña y la mujer en la ciencia, -11 de febrero de 2023- , este viernes a las 13:00 horas, de manera presencial y online, tendrá lugar una Mesa redonda en la que se explorarán las relaciones entre ciencia y religión en el ámbito femenino a través de la trayectoria vital y profesional de cuatro personas que nos hablarán de sus experiencias en el mundo académico/científico en tanto que practicantes de diferentes perspectivas religiosas. Nos preguntaremos, entre otras cosas, si las creencias religiosas pueden suponer un impedimento o, por el contrario, un acicate en el desarrollo vocacional.

La mesa “Niña, mujer, ciencia y…. ¿religión?”, organizada por la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y CSIC, tendrá lugar en el Salón de Acto del CCHS-CSIC (con entrada libre hasta completar aforo) y podrá seguirse online vía Zoom ( (ID de reunión: 871 9736 7080 / Código de acceso: 029715).

Coordinación: María Ángeles Gallego (Científica Titular del Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo del CSIC y miembro de la Junta Directiva AEAC) y Maysoun Douas (Concejala Ayto. Madrid por “Más Madrid”, AEAC)

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Telescopio

enero 9, 2022

No preguntes por qué y para qué existe este infinito incendio que es el universo. Fija más bien tu atención en esa lagartija que asoma la cabeza por una grieta de la tapia

El espejo principal del telescopio espacial James Webb / NASA

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Manuel Vicent, El País, 9 de enero de 2022

Se supone que el telescopio James Webb, que acaba de ser lanzado al espacio, después de recorrer un millón y medio de kilómetros, llegará el 24 de enero a su destino que es una zona donde la gravedad del sol y de la tierra se va a compensar con la fuerza centrífuga del propio telescopio, de forma que este quedará en un equilibrio gravitacional orbitando alrededor del astro solar.

Allí desplegará unos paneles del tamaño de una pista de tenis con los que, según los científicos, se podrá escrutar la formación de las primeras estrellas y galaxias, hace aproximadamente 13.000 millones de años. Más allá está la llamada zona oscura del universo en la que empezaron a crearse los átomos.

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Ciencia y creencias

enero 5, 2022

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Pixabay

Ana María Vacas Rodríguez, Público, 5 de enero de 2022

Creo conveniente aportar algunos argumentos científicos -como bióloga participante del Grupo de Pensamiento Laico- que complementen las tesis de un laicismo cada vez más necesario. Desde tiempos remotos, la religión tuvo la doble función de explicar el mundo natural y de impartir principios morales. La primera se disipó con el avance científico y la segunda se ha ido contradiciendo con los hechos, la falta de escrúpulos y el lucro egoísta (Fromm, 1979).

A pesar de todo, la lucha por el derecho a hablar con autoridad entre las iglesias y el mundo académico continúa después de tantos siglos de tensiones y conflictos entre el saber empírico y el presuntamente revelado (entre conocimiento y fe).

La ciencia construye el conocimiento basándose en la prueba empírica de los hechos y va generando un cuerpo teórico refutando las hipótesis que son falsas. De esta forma, se depura el saber que avanza a medida que se van reconociendo certezas.

La creencia se acepta en virtud de la fe y no de la evidencia. Persiste el pensamiento mágico y mitológico, incluyendo los dogmas y las creencias religiosas revestidas de Verdad, que pretenden imponer su moral al resto de los individuos de la sociedad. A pesar de la evidente disminución de los creyentes en el mundo, su peso e injerencia en las políticas frena el avance, la aplicación de la ciencia y la libertad de pensamiento. En aquellas confesiones que creen literalmente en sus libros sagrados hechos tales como la evolución se ponen en entredicho y se censuran en las escuelas.

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La cuarta pregunta

agosto 9, 2021

La respuesta es fácil. Entenderla no lo es en absoluto. Las religiones han pretendido requisar las respuestas desde hace 10.000 años, en los orígenes del neolítico, y quién sabe desde cuánto más atrás, pero jamás han dado ni una. 

¿De dónde venimos? ¿qué somos? ¿adónde vamos? de Paul Gaugin, 1897 (fragmento) / Fuente

Javier Sampedro, El País, 9 de agosto de 2021

De dónde venimos, qué somos, adónde vamos, tituló Gauguin un cuadro tahitiano de 1897 que, francamente, no parece guardar una relación obvia con esas tres cuestiones profundas que atormentan a la humanidad desde la noche de los tiempos. No es que el gran pintor parisino hubiera caído víctima de un calentón metafísico. Más bien estaba dando cuenta de lo que le preguntaban todos los nativos de la isla polinésica en cuanto le veían: quién eres, de dónde vienes y adónde vas. En fin, los rudimentos de la cortesía internacional.

Un siglo antes, Kant había enfocado la cuestión de una manera más sobria y analítica. El pensador de Königsberg (Prusia Oriental), un icono de la Ilustración, concluyó que toda la filosofía cabe en cuatro preguntas: qué puedo saber, qué debo hacer, qué me cabe esperar, qué es el ser humano. Kant también percibió que las tres primeras preguntas se reducen a la cuarta. Lo que puedes saber, lo que debes hacer y lo que te cabe esperar depende por entero de lo que seas. Un mono no puede aprender la teoría de la relatividad así lo tengas encerrado media vida en la oficina de patentes de Berna y otra media en el gabinete del doctor Caligari.

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El sentido de la vida

agosto 8, 2021

Hay grados de ateísmo en la ciencia. Newton reconocía la existencia de Dios, Einstein lo identificaba con la elegancia matemática del Cosmos y Steven Weinberg rompe la báscula

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Steven Weinberg, premio Nóbel de Física fallecido el 23 de julio de 2021

Javier Sampedro, El País, 8 de agosto de 2021

Con Steven Weinberg (1933-2021), el mundo no solo ha perdido a uno de los grandes físicos de la historia, sino también a uno de los ateos más correosos de nuestro tiempo. “Cuanto más comprensible parece el universo, menos sentido parece tener”, escribió en su influyente libro de 1977 Los primeros tres minutos del Universo. Ese punto de vista desolador le procuró los vituperios del público y las críticas de sus propios colegas. Los creyentes, como es natural, lo vieron como una embestida a su Dios, su fe y su sed de trascendencia. Lo que inquietaba a los científicos, sin embargo, era una cuestión aparentemente similar, pero muy diferente en el fondo.

Hay grados de ateísmo en la ciencia. El grado cero es el de Newton, que pese a haber descubierto el mecanismo matemático que rige los cielos, era en realidad un fervoroso creyente que interpretó sus hallazgos como una prueba de la existencia de Dios: “Este precioso sistema del Sol, los planetas y los cometas solo puede emanar del consejo y el dominio de un ser inteligente y poderoso”, escribió en los Principia de 1687. Vale que en la época convenía tener cuidado con estas cosas, vistas las que habían pasado Kepler y Galileo con la santa madre Iglesia. En el siglo anterior, Copérnico ni siquiera se había atrevido a publicar en vida su modelo heliocéntrico. Cabrear a los obispos seguía sin parecer una buena idea en tiempos de Newton.

Darwin, que estudió teología en Cambridge y se vio obligado a abandonar poco a poco esa doctrina por culpa de sus propios hallazgos, teorizó correctamente que todos los seres vivos que pueblan la Tierra provienen “de uno o unos pocos organismos muy simples y primordiales” ―hoy los llamamos bacterias y arqueas―, pero nunca se atrevió a ir más allá, hasta la generación de la vida a partir de la materia inerte, y dejó así un margen de actuación para el Dios de los cristianos.

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Coronavirus, ciencia y religión

agosto 2, 2020

El olvido de Dios

Copia bombardeada en 1807 de «Defensor pacis», Marsilio de Padua / Fuente

Víctor Moreno, Nueva Tribuna, 2 de agosto de 2020

Como dijo el converso Chesterton, “gracias al pecado original todas las edades quedaron fracturadas”. Menos mal que Jesucristo vino al mundo para redimirnos de semejante mierda raigal.

Tampoco es necesario un integrista religioso para caer de bruces en este tipo de explicaciones providencialistas. Rara vez el creyente, sea fundamentalista o progresista -si tal cosa es posible en materia religiosa-, se libra de utilizarlas. Los representantes de Dios y su familia en la tierra, a los que Marsilio de Padua llamaba usurpadores, caso de los papas y de los obispos, jamás han logrado eludir dicho principio de causalidad, convirtiendo el mal a secas en un mal moral o religioso.

En definitiva, el olvido de Dios es el origen de toda desdicha humana.

Parece lógico que el creyente sea incapaz de desentenderse de esta perspectiva y que acepte que una pandemia sea un mal a secas. Para él seguirá siendo un mal moral advenido por la nula fe en Dios. Pero las relaciones de Dios con el mal en el mundo siguen dando muchos quebraderos de cabeza a los buenos creyentes. Algunos aceptarán tímidamente que El poco o nada tiene que ver en la irrupción de esta pandemia, pero, congruentes con su fe, terminarán confesando que “ello forma parte de sus planes inescrutables” y como son inescrutables, a ver, quién los “desinescruta”. Y lo que a ningún creyente de buena fe le quitará nadie de su mollera es que, en su relación con esta Inescrutabilidad,encuentra un placebo mucho dulce que el paracetamol o la penicilina, sea para frenar el dolor o la muerte de un familiar: “Dios nos lo dio; Dios nos lo quitó. Alabado sea su santo Nombre”.

¿Debate entre ciencia y religión?

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Ciencia, fe y oraciones

mayo 5, 2020

…La performance de algunos sacerdotes es de la misma hechura que aquellas supersticiones que practicaban las tribus en los albores de la humanidad…

Un párroco cacereño bendice el pueblo desde el tejado de la iglesia

Un párroco cacereño bendice el pueblo desde el tejado de la iglesia / Fuente

Víctor Moreno, Nueva Tribuna, 5 de mayo de 2020

Ni por asomo iba a pensar que algunos sacerdotes de distintas diócesis se lanzarían a las calles de pueblos y ciudades con el hisopo en ristre hisopando todo lo que se encontraran a su paso, pretendiendo de esta guisa terminar con el bicho del coronavirus, al igual que quien, manejando una sulfatadora, rociase un patatal para matar la presencia del escarabajo.

Pero estos sacerdotes y los obispos que les permiten semejante actividad ridícula, ¿de dónde han salido? ¿Son de hoy? ¿No habrán sido trasladados desde la Edad Media a nuestros días por arte de una abducción?

¿Cómo es posible semejante disparate? Y la policía de los alrededores, ¿en qué alrededores se encontraban que no les echó la voz de alto, pues estaban infringiendo las reglas del confinamiento establecidas por el gobierno?

La performance de algunos sacerdotes es de la misma hechura que aquellas supersticiones que practicaban las tribus en los albores de la humanidad

He esperado a ver si algún obispo les ha dicho que su acción estaba fuera de lugar, no solo por el ridículo que estaban haciendo, sino porque su performance era de la misma hechura que aquellas supersticiones que practicaban las tribus en los albores de la humanidad y en la que un hechicero rociaba humanos, chozas y animales utilizando plantas de hinojo previamente hundidas en un recipiente de agua para ahuyentar así lo que llamaban malos espíritus.

Oigo el reproche. Los hechiceros antiguos usaban agua del manantial, mientras que los actuales brujos con bonete, perdón, los sacerdotes católicos de hoy utilizan agua bendita. Y es bendita porque previamente la bendice un sacerdote. Vale. Pero sigue siendo agua con un poco de sal ¿no? Pues que se sepa fue el Papa Alejandro I (papa desde el 106 al 115) el que institucionalizó el uso de agua “bendita” dentro de la iglesia católica. Y la primera composición de agua bendita estaba compuesta de agua del grifo y sal, no sé si fina o gruesa. Y, ahí, sigue la misma composición. Obviamente, nadie como el cura conoce cuál es la composición de esta agua. Y sabe, mejor que nadie, que es inodora, incolora e ¿insípida?- dejémosla estar- y que hay que ser un tanto covidiota para pensar que curará cualquier patógeno o enfermedad. Read the rest of this entry »


Hospitales o iglesias

abril 16, 2020

La religión se ha movilizado ante esta pandemia y ha sacado toda su artillería en forma de procesiones, misas y rezos para combatirla

Imagen de archivo del Hospital Clinic.

Imagen de archivo del Hospital Clinic

Coral Bravo. El Plural, 16 de abril de 2020

Parece que cuando hay problemas la gente tiende de manera natural a asirse a lo sobrenatural para sobrellevar la carga del infortunio. Era así hace miles de años, cuando el ser humano adoraba al dios Sol (o Ra para los egipcios), o a la madre Tierra (la diosa Gea para los griegos), e interpretaba, en su ignorancia, que los dioses se habían enfadado cuando el sol se escondía y llegaban lluvias y tormentas. En realidad, esta espiritualidad ancestral tenía su lógica razón de ser. El Sol proporciona calor, luz, germina las semillas y gesta la vida; la diosa Tierra contiene en su seno la fertilidad y la generosidad con las que sustenta y alimenta, a través de sus frutos, a los humanos y a los animales. ¿Cómo no ser considerados deidades el sol o la Tierra si eran y son las fuerzas naturales que fecundan y generan la vida?

Y la mente humana sigue siendo así. O mucho más primaria, quizás, porque, ya digo, la mitología de la Antigüedad tenía su lógica, su razón de ser y su carga sensata de moral natural y de contenido. Un contenido de respeto a la naturaleza que nos es necesario, pero que se perdió con la llegada de otros dioses contra natura.  Digo otros dioses, en plural, porque a lo largo de la historia ha habido más de 4.200 religiones y aproximadamente 30.000 dioses; curiosamente todas las religiones han afirmado, y siguen afirmando de manera taxativa que su dios es el único verdadero. En realidad, detrás de los dioses está la ignorancia humana cuando pretende otorgar explicación esotérica a las cosas que desconoce. Y también está detrás ese alivio inmediato que ofrece la irracionalidad y el pensamiento mágico, aunque, lejos de dar explicación alguna, fomenta el miedo, la culpa y la infelicidad, y, por supuesto, la ignorancia. Read the rest of this entry »


Coronavirus: La fe pierde puntos

abril 11, 2020

Javier Sampedro, El País, 11 de abril de 2020

Para un ateo como yo, la cualidad más asombrosa de las religiones es su plasticidad, su resiliencia, su capacidad para adaptarse a cualquier nuevo entorno tras estrellarse contra el duro suelo de la realidad. No pretendo criticar ese talento, más bien quiero elogiarlo, y hasta creo que otras instituciones y corporaciones harían bien en copiarlo. Adaptarse o morir. En un sentido profundo, ese es uno de los cimientos de la ciencia. La teoría más bella y elegante vale menos que un dato bien tomado que la contradiga. Pero la religión ha sufrido en estos días y semanas una ducha de realidad para la que, tampoco ella, estaba preparada, y sus reacciones han sido bien interesantes, a veces poéticas.

“No deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!”, le soltó el papa Francisco a la Virgen del Divino Amor el 11 de marzo. En el lenguaje laico, eso quería decir que el líder católico acataba las medidas antipandémicas que acababa de declarar el Gobierno italiano, incompatibles con los atascos humanos que se suelen producir en la plaza de San Pedro. De hecho, la Virgen del Divino Amor reside a 30 kilómetros del Vaticano, que es desde donde el Papa emitió su mensaje profiláctico. Pese a su poesía gongorina, Francisco se portó de acuerdo con los criterios científicos, lo que es muy de agradecer. Aunque hubo en España alguna misa evangelista que tuvo que dispersar la policía, ninguna voz de la jerarquía se ha opuesto a la suspensión de las procesiones de Semana Santa. Han entendido perfectamente los argumentos de la razón sanitaria y han emitido ese mensaje a sus fieles. Read the rest of this entry »


Curas contra el coronavirus

abril 6, 2020

Bela Lugosi

David Torres, Público, 6 de abril de 2020

En su brillante intervención de hace dos semanas en el Congreso de los Diputados, Santiago Abascal advirtió que debíamos convertirnos en un país avanzado científica y tecnológicamente “con la ayuda de Dios”. Reclamar los avances científicos a base de rosarios y procesiones puede sonar contradictorio a estas alturas del siglo XXI, pero en muchas cuestiones España no ha pasado todavía del XIX y en otras del XVII. Eso con suerte porque en algunas zonas del extremo centro no ha pasado de Atapuerca.

Aquí se pide la ayuda del cielo incluso en las peores circunstancias, como demuestra la historia de aquel miliciano ingenuo que, en plena guerra civil, entró a una reunión del comité revolucionario y saludó a todos los presentes: “Buenos días nos dé Dios”. El hombre se llevó una bronca tremenda y a punto estuvo de que lo fusilaran por mentar al Santísimo ante un retrato de Lenin, de manera que tuvo que salir, volver a entrar y repetir el saludo con la fórmula habitual: “Buenos días, camaradas”. Esta vez el jefe lo felicitó diciendo: “Muy bien, a ver si aprendemos a dar los buenos días como Dios manda”.

De acuerdo a estas coordenadas metafísicas, la campaña contra el Covid19 en España se mueve entre el fenómeno y el noúmeno, con médicos y científicos quemándose las pestañas en los laboratorios para ultimar un tratamiento efectivo contra la enfermedad y sacar a tiempo una vacuna, mientras los sacerdotes rezan a toda hostia, impartiendo bendiciones a diestra y siniestra. Una cosa no quita la otra, piensan muchos, pero cuando llega el momento de la verdad no los ves acudiendo a la iglesia sino al hospital. Una vez discutí en televisión con un cura que bramaba contra la cirugía estética y le pregunté qué le importaba a él que alguien quisiera ponerse unas tetas o arreglarse un labio leporino o una nariz torcida. Cuando me replicó que cada uno tiene que conformarse con lo que Dios le dio, yo le señalé, con mucha humildad, si era Dios quien le había proporcionado sus gafas. Read the rest of this entry »