El precio de misas, bodas y funerales católicos está tasado, pero al ser considerado “donativo” cada párroco tiene libertad de cobrar lo que quiera por esos servicios, al margen de cualquier control fiscal o de las autoridades eclesiásticas.

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Paola Obelleiro, El Diario, 21 de agosto de 2021
El precio de misas, bodas y funerales católicos está tasado. Siguiendo las indicaciones de la Conferencia Episcopal, las cinco diócesis gallegas unificaron las tarifas hace seis años y, formalmente, ningún fiel debería pagar más de lo establecido en la tabla de “ofrendas y tasas parroquiales”, en vigor desde marzo de 2014, por la celebración de una misa en recuerdo de un difunto (10 euros), de un matrimonio o de exequias (en ambos casos, un mínimo de 110 euros con un único sacerdote y un sacristán). Esos decretos, disponibles para todos los feligreses y accesibles en las páginas web de los arzobispados, fijan los “topes máximos” de misas, bodas y funerales. Pero en la práctica, suelen considerarse tarifas mínimas, y se aplican “de ahí para arriba”, reconoce un párroco consultado. Al considerarlos la Iglesia “donativos”, cada párroco tiene libertad de cobrar lo que quiera por esos servicios, al margen de cualquier control fiscal o de las autoridades eclesiásticas. Y son muchos los que piden sobreprecios por administrar los sacramentos a la hora de casarse o de ser enterrado, o simplemente celebrar una homilía por un difunto. Las tarifas por los sepelios suelen ser altas y disparatadas.
Hasta la pasada primavera, en la Costa da Morte, las honras fúnebres costaban de 180 hasta 500 euros, dependiendo del cura que tocase, según funerarias consultadas por elDiario.es. En la comarca coruñesa del Barbanza, superaban, de media, los 200 euros, el doble de la tarifa “máxima” fijada por la Iglesia gallega. Y eran pagos “en mano”, sin factura. En Pontevedra, la funeraria Alianza y Barros denunció ante el Arzobispado de Santiago hasta a seis curas por sus sobreprecios y exigencia de ser pagados en efectivo, al margen de cualquier control. En la ciudad de A Coruña es práctica habitual enseñar a la familia la tabla oficial de tarifas y decirle que aporten lo que quieran.
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