Los obispos españoles celebran del 25 al 29 de abril su 119º Asamblea Plenaria en la sede la Conferencia Episcopal. La sesión inaugural se abría con el discurso del presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella. Sobre lo dicho en esa apertura escribe José Manuel Vidal, director de Religión Digital.

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José Manuel Vidal, Religión Digital, 25 de abril de 2022
El mundo es malo y, por eso, ataca a la Iglesia, que es buena. O dicho a lo Omella: “El afeo sistemático de esta gran familia por parte de algunos medios de comunicación y de diversos agentes sociales y políticos contribuye a que no se conozca el verdadero rostro y misión de la Iglesia”. No nos quieren, nos atacan y nos desprestigian: es la eterna cantinela bajo la que intenta taparse la jerarquía eclesiástica cada vez que la opinión pública y publicada intenta servirle de espejo a sus errores, incoherencias y pecados.
La estrategia de la Iglesia como roca asediada por los ‘enemigos’ parecía exclusiva de los tiempos del cardenal Rouco Varela y del Papa Benedicto, pero, en la era del cardenal Omella y del Papa Francisco ha revivido. Y la fortaleza eclesial sitiada se defiende atacando y desautorizando así, en general y globalmente, a los medios de comunicación y a los actores socio-políticos como una especie de malvados y perversos enemigos, cuya misión es perseguir y “afear” el rostro y la misión de la Iglesia. Nada más y nada menos. ¡Cómo si no tuviesen otra cosa que hacer y en qué pensar!
Y con trazo grueso el presidente del episcopado pinta un mundo y una sociedad española llena de sombras y sumida en ‘una larga noite de pedra’, mientras la Iglesia española brilla e ilumina el país con la luz de sus buenas obras. Y eso que, según Omella, “la tentación de los poderes públicos respecto a la Iglesia se ha movido entre dos extremos: verla como un enemigo, o tratar de apoderarse y servirse de ella”.
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