En conjunto, las confesiones cristianas han pasado del 88% de 1966 a un poco más del 50% en 2016. Un dato demoledor.

Imagen: Levi Meir Clancy/Unsplash
Javier Jiménez, Magnet, 2 de julio de 2021
Dos tendencias caminan en paralelo de un tiempo a esta parte. Por un lado, cada vez más países occidentales cuentan al “ateísmo” como la mayor afiliación religiosa del país. Es el caso de Australia, República Checa o Islandia, y lo será a no mucho tardar de otras naciones. Por otro, el catolicismo como el islamismo siguen bien implantados y en pleno crecimiento en aquellas naciones donde la población crece. Es la paradoja del ateo, minoría mayoritaria en el apogeo religioso.
Un ejemplo. El de Australia es el más llamativo. Se trata de un país cuyo crecimiento demográfico se ha mantenido estable a lo largo de los últimos años (8,8% al alza anualmente). Para mantener su importancia, las confesiones religiosas “establecidas” (el cristianismo la principal) deberían haber mimetizado su crecimiento, cosa que no han hecho. Hoy, Australia tiene más musulmanes y budistas que presbiterianos; más hinduistas que baptistas; y casi el mismo número de sijs que de luteranos.
Pero lo que más llama la atención es que los “no creyentes” son el grupo más numeroso por encima de católicos (los más numerosos desde 1986) y anglicanos (que en 1921 eran el 41% de la población y ahora son apenas el 13,3%). En conjunto, las confesiones cristianas han pasado del 88% de 1966 a un poco más del 50% en 2016. Un dato demoledor.
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