
David Bollero, Público, 6 de junio de 2021
El arzobispo de Granada, Javier Martínez, ha vuelto a enfundarse su sotana, igual que si de zapatos con plataforma y lentejuelas de una drag queen de la Iglesia se tratara, y se ha marcado un nuevo espectáculo. El prelado sale a escena como en un musical y con el mismo descaro que Kika Lorace con su Chueca es genial o Nacha la Macha con su Soy una feria, Martínez se marca su Ofensa a la razón. Y su público grita enfervorecido, en una cóctel de histeria y extremismo con filigranas de hipocresía, como en cada borrachera católica que se regalan.
A estas alturas de la película, no puede sorprendernos que Martínez tache de “criminales” a la ley de la eutanasia y la ley trans. Es parte del espectáculo del arzobispo para mantener viva la llama católica, cada vez más apagada con menos curas, menos bodas y menos alumnado de religión por los escándalos de dispendios, pederastia y otra suerte de pecados contra los que, curiosamente, nunca se pronuncia este sacerdote con uno de sus ‘musicales’… como el juicio que ahora se inicia contra un cura, profesor de religión, para el que se piden más de 67 años de prisión, acusado de 12 delitos de abuso sexual sobre varios menores a los que daba clase en un centro escolar de Vigo.
Hace ya más de una década que Martínez viene encendiendo a su hinchada en la catedral de Granada comparando el aborto con un “genocidio silencioso”, hablando de sometimiento al personal sanitario similar al ejercido por Hitler o Stalin. Quiso manipular a su rebaño sugiriendo que el aborto, a sus ojos el asesinato de un niño indefenso por parte de su propia madre, abría la puerta a que el hombre cometiera todo tipo de abuso contra la mujer…
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