
Jesús Sanz Montes, arzobispo de Ovciedo /Fuente imagen
Maria José Capellín, El Comercio, 18 de marzo de 2021
Don Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo ha publicado el pasado domingo un artículo, «Hombre y mujer los creó» en que, como es habitual en él, condena al feminismo. Pero lo hace, también como de costumbre, malinterpretándolo, yo diría que deliberadamente, para poder rechazarlo pues no creo que un hombre de sus conocimientos y cargo pueda desconocer de esa manera una de las grandes corrientes del pensamiento de nuestro tiempo.
Reconoce que «durante demasiados siglos se ha impuesto una visión del mundo desde la óptica masculina. Esta concepción monocolor y excluyente, de índole «machista» ha sido pobre y empobrecedora e injusta». Según él la visión feminista cometería el error contrario.
Empecemos aclarando que durante milenios se ha desarrollado un sistema de relaciones de opresión basadas en el sexo que somete y discrimina a las mujeres y desarrolla un conjunto de roles, expectativas y conductas culturalmente determinadas: lo femenino y lo masculino, para que cada uno de los sexos adquiera un comportamiento que contribuya a mantener el sistema y en el que la mujer lleva siempre las de perder. A eso se le llama patriarcado, un sistema que va cambiando pero que tiene una gran resistencia. No es lo mismo el patriarcado en Arabia Saudí que en Asturias, en el siglo XVIII que hoy, como no es lo mismo el cristianismo de las Cruzadas que el del Papa Francisco.
Nos referimos con el «machismo» a aquellas conductas despreciativas o vejatorias hacia las mujeres. Así todos vivimos en un sistema patriarcal pero no todas las personas son machistas.
La cita que hace de Guitton «la mujer posee la llave de nuestros abismos, es capaz de perderlo todo o de salvarlo todo» nos lleva a la inmediata asociación de ese par, tan querido al pensamiento conservador, de Eva que induce al pecado frente a María que lo redime.
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