La mayoría de los obispados y cabildos imponen tiquets de dos a diez euros por visitar fuera de los horarios de culto las seos cuya posesión han ido anotando a su nombre y que a menudo han sido rehabilitadas con fondos públicos

Un grupo de turistas en una de las torres de la catedral de Valencia. 19/01/2017. — Vicent Desjardins / PXHHERE (CCO)
Eduardo Bayona, Público, 31 de marzo de 2021
Resulta prácticamente imposible entrar sin haber pagado antes una entrada en la mayoría de las catedrales cuya posesión se anotó la iglesia en el Registro de la Propiedad mediante el procedimiento de las inmatriculaciones mientras estuvo vigente, entre 1996 y 2015, la reforma de la Ley Hipotecaria de José María Aznar que facilitó esos trámites.
Obispados y cabildos han optado, con escasas excepciones, por restringir el libre acceso a los breves periodos de la jornada en los que se celebran misas y actos de culto, normalmente a primera hora de la mañana, y por supeditar fuera de ellos la entrada a los templos al previo pago de entradas cuyo precio oscila entre los dos y los diez euros, con descuentos para jóvenes, jubilados y grupos, normalmente. Si “peaje” ) significa “derecho de tránsito”, lo que esos pagos franquean es el acceso a ‘catedrales de peaje’.
Eso es al menos lo que ocurre en 28 de las 37 catedrales y concatedrales, entre las que se encuentran algunas de las principales del país, que figuran en el listado de inmuebles inmatriculados por la iglesia que el Ministerio de Presidencia remitió al Congreso tras recabar la información en registros de la propiedad de todo el país.
“Hay un ‘modus operandi’ frecuente en el que primero se inmatricula un templo, después se produce una restauración a cargo de las administraciones y luego ese edificio se explota económicamente”, explica Jorge García, portavoz de la coordinadora Recuperando, para quien todo el episodio de las inmatriculaciones “es la privatización del patrimonio histórico con fines especulativos en el ámbito económico”.
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