
Sanz Montes, arzobispo de Oviedo
Manuel Maurín, La Voz de Asturias, 21 de abril de 2021
Durante muchos siglos, y desde su propia fundación en el siglo VIII, Oviedo fue una ciudad eminentemente clerical donde las principales actividades mercantiles y sociales se desenvolvían al socaire del ilimitado poder de la Iglesia, que acrecentaba cada día su patrimonio económico e inmobiliario. Las peregrinaciones, las donaciones y las rentas alimentaban la acumulación de riqueza y configuraban una urbe parasitaria, no generativa y en extremo dependiente del lucro y los privilegios eclesiásticos.
Y fue precisamente esa subordinación la que se interpuso como obstáculo al desarrollo cuando en el siglo XIX los aires de la Revolución industrial se encontraron con la imposibilidad de arraigar en un lugar en el que los principales espacios que podían permitir la localización de las nuevas actividades industriales, comerciales, residenciales o ferroviarias, estaban ocupados, como un corsé asfixiante en torno al viejo núcleo amurallado, por terrenos amortizados y pertenecientes a las diferentes órdenes monásticas que dominaban la ciudad: San Vicente, San Pelayo, San Matías, Santa Clara, San Francisco, Santo Domingo.
Sólo mediante las radicales desamortizaciones que expropiaron muchos de esos bienes inmobiliarios a la Iglesia se pudo, por fin, desde mediados de siglo, despejar el camino para la implantación de nuevas industrias (como la Fábrica de la Vega, la de Gas o las metalúrgicas de Bertrand y La Amistad), de las conexiones ferroviarias, del ensanche urbano en torno al barrio de Uría o del propio Campo de San Francisco, convertido en un parque de uso público. Gracias a esa tenaz intervención Oviedo conoció entonces un importante crecimiento y diversificación económica y social, cuyo legado arquitectónico es uno de los principales valores patrimoniales de que dispone hoy la ciudad, sin menoscabo del propio patrimonio religioso.
Read the rest of this entry »