Mezclar la fe y la creencia en espíritus con las actividades del gobierno local, además de anacrónicas y fuera de lugar, resultan lesivas para el mensaje de seriedad y rigor legal que los Ayuntamientos deben transmitir a todos sus conciudadanos.
Diario 16, 3 de noviembre de 2018
Según refieren las crónicas, en el siglo I de nuestra era, el emperador romano Calígula (12-41) nombró cónsul a su caballo Incitatus. Esta anécdota es interpretada por algunos como síntoma del deterioro de su salud mental y por otros como un hecho irónico con el que mostrar su desprecio a las instituciones públicas del Imperio, especialmente al Senado.
Veinte siglos después, en nuestro país, los regidores de decenas de Ayuntamientos democráticos han dado un paso más que el emperador Calígula, concediendo honores (medallas de oro de la ciudad) y nombrando como máxima autoridad del municipio (Alcaldesa) a imágenes representativas de entes sobrenaturales. Actualizando la tan criticada idolatría de los antiguos pueblos calificados como “paganos” por la propia Iglesia Católica.
No sabemos qué opinarán las generaciones futuras sobre estos hechos, si al igual que ocurrió con el emperador, las opiniones se dividirán entre los que cuestionen la salud mental de nuestros regidores municipales o los que, por el contrario, se decantarán por considerar que se trata de un acto que soslaya, vulnera e incumple el artículo 16 de la Constitución en su apartado 3. Hecho grave porque los Ayuntamientos son Estado y como tal lo encarnan y representan en su término municipal. El hecho de otorgar a una imagen religiosa o de cualquier otra índole, los honores municipales reservados a personajes ilustres o a instituciones de valor cultural, científico, artístico o social y benéfico, constituye, se quiera o no, un acto de consciente o inconsciente desprecio a las instituciones públicas y al trabajo que en ellas se realiza. Read the rest of this entry »