12 de noviembre de 2018
Finalizaba el pasado día 10 el período de consulta que el Ministerio de Educación y Formación Profesional había dado para la presentación de aportaciones a su Anteproyecto de Ley de modificación de la actual Ley de Educación (modificación que no derogación de la LOMCE).
El anteproyecto presentado, y al que Europa Laica aportó una serie de sugerencias, solo supone un mínimo avance en temas como “religión en la escuela”, muy lejos aún de lo que podría considerarse escuela laica. El Anteproyecto propone:
•Organizar la enseñanza de la religión confesional de modo que no exista la obligación de cursar una materia alternativa por quienes no soliciten dicha enseñanza.
•Dejar de considerar la religión confesional como una materia específica en 1º y 2º de Bachillerato.
•Evitar que, como consecuencia de lo anterior, la calificación que pudiera obtenerse en esta materia se tenga en cuenta en el cálculo de la media en los procesos de acceso a la universidad, becas y otros similares.
•Suprimir de la parte dispositiva la regulación del currículo, estándares de aprendizaje,materiales didácticos y libros de texto de la enseñanza de la religión confesional, por reglamentista e impropia de esta ley.
Es por ello que resulta tan ilustrativo ahora como entonces lo que que Catherine Kintzel escribía en 1992 -revista Leviatán nº 48- sobre la escuela y la escuela laica: Fundamentos de la escuela laica:
Fundamentos de la escuela laica -fragmentos-
Tres son los elementos que se conjugan para formar el concepto de laicismo. El primero se aplica a la sociedad civil y el segundo a los poderes públicos. Sólo el tercero, aplicado a la escuela republicana, es problemático y nos obliga a salir del marco estrictamente jurídico. Pensar en la escuela laica no es pensar en un simple espacio de tolerancia, sino en un espacio alejado, en la medida de lo posible, de la sociedad civil; es por tanto a la teoría de lo que se hace en la escuela —teoría que engloba tanto la cuestión del saber como el concepto de autoridad— a la que debemos remitirnos. […]
[…] La escuela es un espacio en el que se instruye sobre las razones de las cosas, las razones de los discursos, las razones de los actos y las razones de las ideas. Se instruye de todo ello para que cada cual adquiera su propia fortaleza y capacidad, es decir aquello que nos permite prescindir de guías y maestros. . Por lo demás, no existe fortaleza más auténtica que la que nos permite escapar a todo tipo de dependencias. Y ello no se consigue sino sustrayéndose en primer lugar a las fuerzas que obstaculizan esta conquista de la propia autonomía. Para conquistar la propia fuerza es preciso escapar a la fuerza de la opinión, a la exigencia de adaptación, a las circunstancias sociales. Así pues, la tarea prioritaria de la escuela no es la de descubrir al niño el mundo que le rodea, sino la de descubrirle lo que ese mundo le oculta. No se trata de adaptar, ni de ampliar horizontes, sino de emancipar. […] Lee el resto de esta entrada »