Julia Martínez-Ariño, Lofresc, 24 de enero de 2020
La sociología de la religión de los siglos XX y XXI ha invertido grandes esfuerzos en descifrar la compleja relación de las denominadas sociedades modernas con el fenómeno religioso. El paradigma de la secularización, predominante durante un extenso periodo de tiempo, y puesto en entredicho en las últimas décadas, anticipaba la casi total extinción de la religión a medida que las sociedades se modernizaban. Pese a sus ya contrastadas limitaciones para explicar la persistencia de la religión en la gran mayoría de países del mundo, la teoría de la secularización sigue teniendo capacidad explicativa para analizar Europa (Pollack, 2008) que es, en ese sentido, la excepción a nivel mundial (Davie, 2002).
Las formas e intensidad en las que la religión, al menos en sus formas tradicionales e institucionales, ha perdido popularidad entre la población varían entre países europeos. Mientras que para algunos el proceso fue más o menos progresivo, como es el caso de Inglaterra o los países escandinavos, en otros casos como el de España la secularización de la población ocurrió de manera más tardana y abrupta, en buena medida por el impacto que la dictadura franquista tuvo en este país, retardando dicho proceso (Pérez-Agote, 2012; Requena, 2005).
En España, los indicadores tradicionalmente empleados para medir la importancia de la religión en la vida de las personas indican un claro retroceso del catolicismo. Por un lado, desciende de manera progresiva el número de personas que se identifican como católicas: mientras que en 2001 el 82% de la población española se identificaba como católica, y solo el 12% se declaraban no religiosos o ateos, en 2019 los datos representan un 67% y un 27%, respectivamente (según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas). Por otro lado, los ritos tradicionalmente asociados con la Iglesia católica, como por ejemplo el matrimonio, tienen lugar cada vez con mayor frecuencia de forma civil exclusivamente. Así, podríamos afirmar que existe una creciente desafección de la población española con respecto a la institución y sus doctrinas, que cada vez tienen una menor influencia en la vida de las personas. Podríamos hablar de indiferencia o alejamiento pasivo, es decir, una tendencia de la población a hacer cada vez menos cosas con la Iglesia, ya sea identificarse como miembro, casarse, enterrarse, o participar de manera regular en sus servicios religiosos. Read the rest of this entry »