Hipólito Lucena, el cura de las orgías que retó al Vaticano

La denuncia de una menor dio lugar a una investigación que reveló que la congregación era una farsa para ocultar las relaciones carnales de Hipólito con sus seguidoras.

El obispo Emilio Benavent Escuín e Hipólito Soler / Fuente El País

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7 de diciembre de 2021

La publicación del libro Sacramento del malagueño Antonio Soler pone de actualidad un Suceso real, cuidadosamente ocultado desde la oscuridad de los años cincuenta hasta ahora, el del sacerdote Hipólito Soler, al que una parte de la ciudad consideró un santo. Muchos lo tuvieron por un iluminado. Para otros no pasó de ser un depravado que utilizó la religión para cumplir los deseos más turbios.

Currículo

Hipólito Lucena Morales ingresó a los diez años en el Seminario donde terminó todos los cursos con brillantez y aprovechamiento, de manera que a los 23 años, en 1930, fue ordenado sacerdote.

Al inicio de la Guerra de España consta que fue detenido el 22 de julio de 1936, (en Málaga no triunfó inicialmente la sublevación), escapó y se ocultó discretamente hasta el final de la contienda. Una vez finalizada tomó parte activa en el programa de recatolización emprendida por el obispo Balbino Santos quien lo nombré cura ecónomo de la parroquia de Santiago de la ciudad de Málaga, obteniendo en 1940 la plaza de párroco en propiedad con 32 años.

Colaboró en lo que pudo en la reconstrucción de la Semana Santa (sobre todo en las Cofradías del Rescate y Jesús el Rico), y pronto se ganó el afecto y la devoción de la feligresía y de sus superiores y llegó a ocupar cargos y dignidades de la máxima confianza y responsabilidad de la curia: Profesor de Teología e Historia de la Iglesia en el seminario diocesano, Fiscal de la Curia, miembro de la Junta Diocesana de Enseñanza de la Religión, Examinador y Juez prosinodal, miembro de la Junta Catequista Diocesana y Consiliario del Patronato de Protección de la Mujer entre otros. La confianza de su nuevo obispo, Ángel Herrera Oria, culminó el año 1949 con el nombramiento de Arcipreste de Málaga y en el año 1955 con el de Secretario de Cámara y Gobierno del Obispado.

La fama iba precediendo a Hipólito Lucena, querido y respetado incluso por quienes no eran de comunión diaria. Pero, poco a poco, un manto de silencio empezó a imponerse, al menos de puertas afuera, porque de la sacristía hacia dentro, aquello comenzaba a ser un secreto a voces.

Las Hipolitinas

Conocida la historia y la ascendencia de Hipólito Lucena en una ciudad en reconstrucción tras la guerra quizá sea más fácil entender cómo llegó a convertirse en el líder de una secta femenina. A raíz de la dirección espiritual de Lucena, que fue responsable de un patronato diocesano de protección a la mujer, muchas jóvenes devotas fueron acercándose a los grupos de reflexión cristiana. Hipólito comenzó a rodearse de un grupo de mujeres que en palabras de Camilo José Cela, eran «un grupo de beatas malagueñas que ejercieron de coimas de su director espiritual». El sacerdote comenzó a seducir a sus feligresas (que a sí mismas se llegaron a llamar hipolitinas) y comenzaron a realizar matrimonios místicos en su altar, caracterizados por tocamientos y actos sexuales en la parroquia que él regentaba.

La congregación estuvo funcionando sin problemas como institución parroquial formal hasta una fecha no precisada a finales de los años cincuenta. Daba cabida a señoras y señoritas de la sociedad malagueña con el suficiente grado de ociosidad como para que, aparte de su propia promoción espiritual, pretendieran ejercer la caridad con los más pobres, ocupándose de familias indigentes y niños abandonados. .

En el año 1959 la congregación, ahora nominada «hipolitina», comenzó a despertar sospechas entre las autoridades religiosas diocesanas. Las denuncias provenían, al parecer, de una menor asustada o de un marido que no comprendió las necesidades espirituales de su esposa. Se realizaron inspecciones propiciadas por el Vaticano a través del nuncio hasta que se descubrió que una parte de la estructura funcionaba realmente como un orfanato donde se recogían y procesaban, además de los niños abandonados ajenos, los frutos secretos de las relaciones “espiritualmente incestuosas” del director espiritual con sus hijas hipolitinas. .

La secta tenía su sede en la iglesia de Santiago Apóstol, en el centro de Málaga., sin embargo, no fue esta iglesia el escenario de aquello por lo que se hicieron famosos uno y otras, sino la de San Miguel, en la plaza de la Merced. Sobre su altar mayor organizaba ritos sexuales, orgías con mujeres a las que captaba aprovechando su poder como religioso. «Es un abuso de poder. A través del confesionario, con una lenta manipulación, va llevando a sus víctimas por el camino que él quiere».

En Sacramento, Antonio Soler relata cómo la oscuridad de la época y del propio confesionario permitieron a Hipólito Lucena convertir a estas mujeres en las llamada hipolitinasEran sus fervientes seguidoras. «No solo es que haya abusos o manipulaciones sexuales, sino que para la Iglesia es un hereje».

Hipólito Lucena / Fuente foto

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Hipólito Lucena y el Vaticano

Al secretismo propio de la Iglesia se añadió el grave escándalo político que suponía para el Régimen nacionalcatólico y al miedo de la gente a expresar su indignación por el escarnio y la inmunidad. La justicia civil se inhibió en virtud del Concordato de 1953. El sumario del ilustre arcipreste D. Hipólito y sus hijas las Hipolitinas fue instruido por personas de fe (canon 1401 actual) en la diócesis de Málaga aunque luego, por su gravedad, se resolvió en el Vaticano por la Sagrada Congregación del Santo Oficio.

Durante el papado de Juan XXIII se le aplicó la justicia de la Iglesia para iluminados y heréticos sin hacerse cargo de los posibles perjucios morales o físicos ocasionados a las hipolitinas lesas y a los hijos habidos.

Se le aplicó la materia de los actuales cánones 290 a 293 del Derecho Canónico con la prohibición expresa del ejercicio del sacerdocio por causa gravísima. Fue cesado como párroco y de todos sus cargos y dignidades , conducido en secreto a Roma e ingresado durante veinte años en un cárcel dedicada a religiosos. Regresaría después a su pueblo, Coín, donde fallecería en 1981.

Mientras, las hipolitinas fueron llevadas a un convento a Ronda y, como explica Antonio Soler en su libro, «vuelven de allí mudas».

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Fuentes

Hipólito Lucena Morales, es-academic.com

Hipólito Lucena, el cura de las orgías que retó al Vaticano, La Sexta

Hipólito Lucena, el sacerdote que seducía a sus feligresas y celebraba orgías en el altar, Contrainformación.es

Youtube (Vídeo de la Sexta)

Entrevista a Antonio Soler, El País

¿Quiénes eran las hipolitinas? El Español

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