Jesús Sanz, el «Nuevo Orden Mundial» y la Ley Celáa

noviembre 22, 2020

El Arzobispo de Oviedo se supera a sí mismo en su última carta semanal, Una política que construye la ciudad

Jesús Sanz, con el presidente de Asturias, Adrián Barbón

Jesús Sanz con el presidente del principado (PSOE) en la misa de la festividad de Covadonga

Jesús Bastante, Religión Digital, 22 de noviembre de 2020

Vuelven las teorías de la conspiración, y esta vez no tienen como protagonista a Trump, Viganò o Miguel Bosé, sino al mismísimo arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, el gran derrotado de las últimas elecciones en la CEE. En su última pastoral, publicada este mismo domingo, echa mano de las posturas negacionistas (¿terraplanistas acaso?) para arremeter contra el Gobierno y, en concreto, contra la (muy mejorable) ley Celaá.

«No es algo fortuito, ocasional, sino que responde a un proyecto amplio que tiene, como una maldita pandemia, una pretensión de globalidad. El Nuevo Orden Mundial que tiene detrás sociedades secretas, acaudalados financieros, poderosos medios de comunicación y conocidas correas de transmisión en partidos políticos», perpetra Sanz en su carta, que lleva por título ‘Una política que construye la ciudad‘.

En la misma, utiliza el «latiguillo» que algunos sectores utilizan para «descalificarnos diciendo que nos metemos en política». «No hacemos partidismo, pero sí que ofrecemos una visión política«, defiende Sanz, que asume que forma parte de «la responsabilidad pastoral como obispos».

«Hemos de evitar escorarnos hacia unas siglas de una formación partidista, porque estaríamos apoyando o denostando a quienes no coincidiesen con esa mirada nuestra», apunta el arzobispo de Oviedo, que justifica su ‘escoramiento’ a la necesidad de «anunciar la verdad o denunciar la hipocresía».

Un «respeto impecable» contra «la insidia»

«Nuestra política tiene un trasfondo moral y no una clave partidista. No hay falsilla de programa electoral ninguno en nuestras intervenciones, no hay ademán de pretender ser en los parlamentos una opción alternativa, y aunque lo que decimos y escribimos atraviesa inevitablemente lo que se impone con rodillo o lo que se propone torticeramente, tratamos de advertir la resulta señalando su intrínseca malicia», señala Sanz, quien asegura «tener un respeto impecable (yo jamás hablo de nombres de personas ni de siglas partidistas: son ellos quienes reconociéndose en mi denuncia salen en trompa para intentar descalificarme con mi nombre y oficio), pero al mismo tiempo una libertad implacable cuando debo decir las cosas sin arredrarme ante los vociferantes». En lo de implacable acierta, sin duda.

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