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Matas a tus padres en tu interior. No los agredes físicamente, pero eliminas la autoridad natural que ellos tienen en ti. Estás dispuesto a ignorar su solicitud de auxilio
Catorce años después de haber abandonado la organización, para Ulriksen la separación de sus padres continúa siendo una de las experiencias más desgarradoras que vivió en los Heraldos. “Mirando atrás, te podría decir que es lo que más puede dañar a una persona. Tus papás siempre te apoyaron, siempre estuvieron ahí e hicieron lo imposible. Saliste y te apoyaron. Y resulta que tú eras tan cretino, miserable e indolente, que eras capaz de ignorarlos y tirarlos al infierno sin mayor preocupación”, apunta emocionado.
“En ese sentido fui víctima y victimario”. De esta forma, Ulriksen reconoce que mientras fue miembro de los Heraldos puso en práctica las técnicas aprendidas. “Todo se justificaba por el bien de la obra de los Heraldos”, indica. Él asumió la tesis. “Matas a tus padres en tu interior. No los agredes físicamente, pero eliminas la autoridad natural que ellos tienen en ti. Estás dispuesto a ignorar su solicitud de auxilio”, rememora. Para llegar a ese objetivo hay un trabajo previo desde la entrada en la organización.
“Se nos prepara mentalmente y físicamente para desapegarnos de los padres porque podría costar perder la vocación, ser un mediocre en la vida espiritual e incluso, podría ser motivo para no merecer llegar vivo a la nueva era histórica católica que los Heraldos profetizan llegará después de una gran purga divina en la humanidad”, indica el ex miembro chileno
Acercamiento de los Heraldos en Asturias
Los Heraldos del Evangelio, la asociación católica que en 2003 se hizo cargo de las labores de formación en la Escolanía de Covadonga, cesó su actividad en 2007. Tal y como recoge La Nueva España. La renuncia de los Heraldos se ha producido por «propia iniciativa» de esta entidad.
Los Heraldos del Evangelio dedicaron a tres de sus miembros, uno de ellos sacerdote, al trabajo en la Escolanía. La asociación también abrió en febrero de 2005 una academia de formación juvenil en Lugones (Asturias) que fue inaugurada por el arzobispo, Carlos Osoro, quien anteriormente les había llamado a trabajar en Covadonga.
Antes de llegar a ese punto, la organización se tiene que ganar a los padres de los miembros menores porque necesita su autorización para que los jóvenes puedan viajar o participar en excursiones. El padre de Víctor, que se llama igual que su hijo, asegura que los Heraldos les “fueron lavando la cabeza”. “Venían de vez en cuando a casa. Ellos lo tenían todo muy trabajado: pico y pala”, indica el progenitor
“El acercamiento fue muy gradual”, rememora Víctor hijo. En esos primeros contactos que mantuvo él y su familia con los Heraldos, los miembros de esta organización no acudieron vestidos con sus características prendas medievales. “Iban con un jersey, una camisa y un medallón. Ya les notas algo diferente porque van vestidos como señores mayores”, recuerda.
Pasaron los meses y este joven continuó asistiendo a las clases de canto. A esa agenda se sumaron excursiones de fines de semana. Aquí ya se fueron produciendo las primeras bajas. “Muchos padres se dieron cuenta y sacaron a los chavales. El primer finde que nos llevaron a una casa, la madre de uno de mis amigos le dijo que no volvía más”, apunta. Víctor se quedó. “Continué con un campamento en Portugal y ahí empecé a ver algunos hábitos. Al año siguiente seguí yendo al coro y los fines de semana. Y luego, otro campamento más, en Andalucía”, destaca.
Sin embargo, no fue hasta el verano siguiente cuando se produjo la incursión con la esencia de los Heraldos en un viaje de dos meses a Brasil. Ahí, ya con 16 años, conoció la rutina de los miembros de esta organización, marcada por el Ordo de costumbres, un libro que pauta el comportamiento de los miembros de este colectivo y que dirige desde el corte de uñas a las relaciones con el sexo opuesto.
Como desveló elDiario.es, este manual describe a sus miembros, incluidos menores, como esclavos y a sus habitaciones como celdas. “Había inspecciones periódicas para comprobar cómo teníamos la habitación, la ropa e incluso, a veces, las uñas”, apunta Víctor. El manual que rige la vida de los Heraldos detalla algunas indicaciones para guardar la castidad, como no mantener relaciones con personas del sexo opuesto a solas y no realizar actividades en soledad. Si un seguidor de este grupo sale del domicilio común para realizar cualquier desplazamiento el superior debe asignarle un acompañante.