Un ensayo investiga cómo la dictadura utilizó a sus muertos en la Guerra Civil para crear la primera memoria histórica en las cruces de estética imperial
/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/IEIMFVGW7ML5LUSRF6DCNWYYKU.jpg?resize=450%2C300&ssl=1)
____________
Paco Cerdá, El País, 13 de mayo de 2022
En el principio fue la cruz. De piedra eterna, de estética imperial, de tamaño colosal. Y adosadas a ella, seis palabras: “Caídos por Dios y por España”. Así labró la dictadura el mito que forjaría la memoria colectiva del homo franquista. Y nada sucedió por casualidad. Ni el símbolo, ni el lema, ni el material, ni la estética, ni los lugares donde se emplazaron esas cruces con aroma a muerte. Unas cruces que hilvanaron el relato franquista con un material más duradero que la piedra: el sentimiento místico de que los muertos —de un solo bando— seguían “¡presentes!” junto a los supervivientes de la guerra para levantar una España nueva.
Ese mundo de ayer con ecos actuales lo reconstruye el historiador Miguel Ángel del Arco Blanco en Cruces de memoria y olvido (Crítica), el primer ensayo sobre la función primordial que desempeñaron los monumentos a los caídos. Un descenso a la España negra de posguerra. Al país con alacenas vacías, ráfagas en el paredón y unas viudas enlutadas y otras rapadas. Un viaje simbólico que asienta una idea: la memoria dice poco del pasado, mucho del presente y todo del futuro deseado.
El fenómeno empezó pronto. No hubo ritual en el funeral del joven Emeterio Estefanía, primer caído del bando franquista en la noche del golpe de Estado contra la República. Sin embargo, en agosto del 36 todo cambió. Primero se engrandeció a quienes daban “su vida por España”. Luego se apuntó a Dios. Y ya en octubre del 36, una esquela de El Diario Palentino sobre el funeral de Luis Ferrer de Yarza, teniente de artillería muerto, enalteció al fallecido como “Mártir de la Religión y de la Patria”. El mito de los caídos había nacido. Y hacía converger las dos almas de los sublevados: el catolicismo de monárquicos y carlistas con el nacionalismo de Falange. Una entente cordiale: Caídos por Dios y por España. Caídos –también– para sustentar un relato que el franquismo iba a dirigir y explotar hasta la extenuación.
Read the rest of this entry »