Ponencia de Elena Simón en la XV Jornada Laicista de Europa Laica, “Laicismo y Feminismo”, celebrada en Gijón el 28 de mayo

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Elena Simón, 12 de junio de 2022
En primer lugar mi agradecimiento a todas las que estuvieron y están trabajando para conseguir que el feminismo forme parte inseparable y transversal de la agenda de organizaciones basadas en la justicia, la solidaridad y la libertad. Como dijo Celia Amorós “porque fueron somos y porque somos serán”.
Hacer genealogía ¿o ginología? feminista nos pone en el punto del camino donde nos encontramos. Y hoy y aquí, tenemos que empezar recordando a algunas de las que nos precedieron en el pensamiento feminista y laico.
Belén de Sárraga (Valladolid 1872, México 1950), que nos decía “Feminismo y laicismo deben confluir porque las religiones han convertido a las mujeres en seres dependientes y sin derechos”.
Obrera del laicismo, feminismo y panamericanismo. Librepensadora, masona, espiritista y anticlerical, porque las religiones mantienen y prescriben la subordinación y perpetúan la desigualdad y porque la jerarquía de la Iglesia católica carece de costumbre de debatir en el terreno de los argumentos…. Republicana radical, porque la República es la fórmula laica y feminista por excelencia”.
En nuestra ginología feminista y laicista, tenemos que recordar aquí también a Teresa Claramunt Creus, anarcosindicalista, obrerista, feminista y librepensadora, que también nos decía “Ni obreras explotadas en las fábricas ni esclavas en el hogar o la familia: ¡Por una sociedad sin amos ni señores, comunista y libertaria, de hombres y mujeres libres!”
A Amalia Domingo Soler, que fundó en 1889 en Barcelona la Sociedad Autónoma de las Mujeres, espiritista de renombre, luchadora por la Igualdad entre mujeres y hombres, anticlerical. Para ella el espiritismo era una religión laica y por eso reivindicaba la enseñanza laica. Aunó fuerzas con otras fuerzas, personas y organizaciones emancipatorias.
Y, por supuesto y ya que estamos en Gijón:
A Rosario de Acuña y Villanueva, librepensadora, feminista, poeta y dramaturga, masona (en la Logia Constante Alona de Alicante), inscrita con el nombre “Hipatia”, que crea personajes “laicos”, con valores humanos positivos y se posiciona al lado de las personas desfavorecidas.
¡¡¡Gracias, por haberos adelantado a vuestro tiempo, acercándoos al nuestro!!!
Y, ahora, comencemos por dilucidar sobre el feminismo y sus distintas versiones y estrategias de actuación.
¿Qué tipo de feminismo es más compatible con la laicidad? Seguramente el de la Igualdad, pues coinciden en gran parte en sus principios y objetivos., como son:
-Una aspiración liberadora y emancipadora (incluyendo expresamente a las mujeres)
-Una defensa de los DDHH (ampliando el concepto a los DDHH de las Mujeres, sexuales y reproductivos)
-El respeto y reconocimiento de las diferencias como positivas y el rechazo de las desigualdades como negativas
-El principio y el objetivo de la Justicia y la paz (no violencia)
El laicismo defiende como condición básica la separación de las instituciones públicas de cualquier tipo de ideología impositiva, religión o creencia particular, según Raquel Ortiz.
En el laicismo tiene que estar expresamente incluido el feminismo, no darlo por supuesto, pues esta es la mejor manera de ningunearlo, considerarlo redundante o ilegítimo, como viene ocurriendo en multitud de organizaciones progresistas, como dice Mª Asunción Villaverde Zamora.
¿Ha de ser el laicismo abolicionista de la prostitución?
En este punto hay divergencias y discrepancias. Me gustaría que en el coloquio ahondáramos un poco en esta cuestión, valorando los conceptos de Libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, y de Igualdad de derechos, de oportunidades, de trato y de condiciones.
¿Puede haber elección sin libertad?
¿Puede haber elección en estado de necesidad o semiesclavitud, falta de información, deslocalización, control y amenazas?
¿Puede haber libertad de conciencia para decidir en estas circunstancias?
¿Puede haber Libertad democrática sin Igualdad?
Las mujeres en prostitución están traficadas por todo el mundo en su inmensa mayoría y también son menores en una proporción elevada. ¿Es así como se puede elegir libremente?
Ellas merecen el reconocimiento de su ciudadanía y de los derechos que ello conlleva. La industria del sexo está sumamente interesada en enredar las condiciones de sujeción con la libertad de cada una. Los medios son cómplices en gran manera.
Rosario Segura Graiño nos dice que es imprescindible el laicismo para poder hacer uso de diferentes opciones vitales, sexuales y reproductivas y también nos recuerda los puntos más relevantes que Europa Laica pone sobre la mesa:
– Que no se cuestionen los derechos de las mujeres a una salud sexual y reproductiva específica y libre.
– Que se financie únicamente una educación pública de calidad, que eduque en igualdad y combata la VG
– Que no se permita ni subvencione una educación segregada por sexos ni se cedan terrenos ni fondos para ello.
– Que se instauren materias específicas que combatan el sexismo en todos los niveles educativos.
El feminismo necesita de la confluencia con otras ideologías emancipadoras y progresistas, promotoras de derechos y libertades “universales”, para toda persona de cualquier clase, origen y condición. Y, como reza el título de esta ponencia, el “Feminismo necesita un estado laico”, porque no puede crecer en un sustrato de dogmatismo excluyente, de culpabilización, de fe y acatamiento sin discusión a principios más que sospechosos de obligación insoslayable y de no razonamiento y carencia de argumentos. Todos los restos de creencias inamovibles van contra las mujeres, pues hemos sido conceptualizadas de forma patriarcal por las religiones, bajo los principios de deber, servicio, complacencia, agrado, carencia, subsidiariedad y como un apéndice del hombre, el ser humano por antonomasia, por su perfección y superioridad.
Curiosamente, esta conceptualización de superioridad-inferioridad, de perfección-carencia, de actividad-pasividad, de acción-sentimiento, etc… constituyen los obstáculos más invencibles para el avance de las propuestas feministas, tanto teóricas como prácticas, respecto a las leyes, la convivencia, los poderes, la educación. Todo ello en manos de un estado laico, sería un buen terreno abonado para que el feminismo creciera sano, fuerte y sin cortapisas.
De todos modos el Estado Laico también necesita del feminismo. Porque si no sus propuestas serán carentes e injustas, haciendo simples y graciosas concesiones a cuotas de representación, teniendo la cortesía de nombrar a las mujeres de vez en cuando o de contar con ellas para ciertas acciones visibles. El estado laico tendría que aprender a normalizar lo que es una evidencia: que todo grupo humano y social está compuesto por una mitad femenina al menos, que merece el mismo espacio, valoración y reconocimiento, como seres humanas de distinto sexo pero de igual categoría. Y ya vemos que aún estamos lejos de ello.
Y, todo aquello que rechace a las mujeres en igualdad de condiciones, debe quedar fuera de la Ley civil, como por ejemplo la Iglesia Católica y otras confesiones religiosas. También tendría que instar a las instituciones que mantienen unas minorías femeninas llamativas, a reequilibrar esas presencias.
El tándem laicismo-feminismo, feminismo-laicismo fructificará mucho más rápidamente que si uno se olvida del otro y el otro del uno.
Y, para terminar:
CONFLUENCIA, CONTAMINACIÓN, MESTIZAJE, CÓCTEL, donde los elementos de distancia y discrepancia de uno y de otro lleguen a ser irrelevantes. Donde el respeto mutuo sea el foco del camino. Donde haya sitio y corra el aire. Donde se pueda acomodar cualquiera y, sobre todo, las mujeres de toda clase, origen y condición. Eso no querrá decir que ni laicismo ni feminismo pierdan sus señas propias de identidad.