Tarde o temprano habrá más ateos que creyentes

24 de noviembre de 2020

Fuentes: Cultura Filosófica, Psicología y Mente, Psychology Today

El ateísmo está en alza en todo el mundo. ¿Significa esto que la espiritualidad pasará pronto a ser algo del pasado?

Desde hace algunas décadas, millones de personas a nivel mundial se definen como ‘ateas’. El ateísmo se define como la postura crítica frente a las creencias de cualquier religión y en la práctica, rechaza la creencia en la existencia de algún dios sin importar de qué religión venga. Un ateo, en consecuencia, es alguien que no cree que dios exista y menos en que el destino de su vida se encuentre manipulado por la intervención de un ser superior.

Hasta aquí todo muy bonito y cada quien puede creer -o no creer- en lo que desee. La cuestión es si seguirá creciendo la tendencia a no creer en lo divino ni en la vida después de la muerte. Según el psicólogo Nigel Barber, el ateísmo seguirá creciendo y para 2038 le ganará el pulso a las religiones.

La creencia en religiones desciende

Hay dos características principales que caracterizan al ateísmo hoy en día: crece rápidamente y se encuentra distribuido de manera sumamente desigual por regiones y por edades. Si en España hace 40 años tan solo el 8% de la población se consideraba atea, hoy este porcentaje se ha acrecentado al 25%. De un modo similar, si en las personas mayores de 65 años residentes en España los ateos solo representan el 8,3%, entre los millenials, nacidos en los últimos años del siglo XX, el porcentaje sube al 50%.

Por otro lado, un dato importante es que mientras que los países que gozan de un estado del bienestar más desarrollado, como Suecia o Alemania, presentan un mayor porcentaje de población atea, la religiosidad es casi hegemónica en casi todo América Latina es decir, región donde lo que abunda es la pobreza. Parece ser entonces, que la expansión de la sociedad del bienestar hace que la religiosidad retroceda. Para Barber, además, esta no es una dinámica que se vaya a revertir pronto.

¿A qué se debe la expansión del ateísmo?

En su libro Why Atheism Will Replace Religion?, Nigel Barber expone que la religión ha funcionado durante siglos como una creación cultural elaborada para aplacar con la angustia que genera transitar la vida en entornos altamente inestables y peligrosos, en los que el peligro y la escasez de recursos acecha en el día a día. El fantasma de la muerte y la sensación de desamparo de los ‘abandonados a su suerte’ podían ser sobrellevadas de una mejor manera ante la creencia de un futuro con trascendencia ultraterrena. En estos contextos, era útil.

Hoy en muchas comunidades la angustia como consecuencia de un Estado ausente, ya no es parte de la realidad. La posibilidad de vivir vidas relativamente cómodas con todas las necesidades básicas saldadas y el acceso a un educación que apele al razonamiento lógico y pensamiento científico, resulta para el psicólogo, la causa principal de expansión del ateísmo.

Las nuevas religiones

Otra de las cosas que pueden estar influyendo en la expansión del ateísmo es, según Barber, el hecho de que aparecen nuevas formas de religiosidad no teísta que escapan a la definición habitual de “creyente” y “no creyente”. El fútbol, el fenómeno fan y algunas formas de activismo político, por ejemplo, nos pueden llevar a sentirnos parte tanto de un colectivo cohesionado como de un sistema de dogmas y, por supuesto, de un sentido de la trascendencia, de algo que quedará cuando muramos.

Así, muchas personas que se declaran ateas pueden estar canalizando formas de razonamiento casi religioso sin darse cuenta. Por ejemplo, al no llegar a poner en duda nunca ciertas creencias gracias al pensamiento circular, o al creer que hay ideas contra las que no se pueden dirigir “blasfemias”. La diferencia entre estas nuevas religiones y las viejas es que no apelan al miedo por el incumplimiento de una serie de normas, y se las puede abandonar en cualquier momento sin tener tanto miedo a las presiones del entorno.

¿Qué pasará en las próximas décadas?

Parece que la gente recurre a la religión como un ungüento para las dificultades e incertidumbres de su vida. En las socialdemocracias, hay menos miedo e incertidumbre sobre el futuro porque los programas de bienestar social brindan una red de seguridad y una mejor atención médica significa que menos personas pueden esperar morir jóvenes. Las personas que son menos vulnerables a las fuerzas hostiles de la naturaleza se sienten más en control de sus vidas y menos necesitadas de la religión.

Las razones por las que las iglesias pierden terreno en los países desarrollados pueden resumirse en términos de mercado. Primero, con una mejor ciencia, con redes de seguridad gubernamentales y familias más pequeñas, hay menos miedo e incertidumbre en la vida diaria de las personas y, por lo tanto, menos mercado para la religión.

En todo caso, parece ser que si el ateísmo va de la mano del desarrollo y generalización de unos ciertos estándares de bienestar, las crisis medioambientales y económicas pueden hacer mella en él. ¿Qué pasará cuando, por la falta de fuentes de energía, se produzca un colapso que paralice las fábricas? ¿Y cuando el cambio climático obligue a millones de personas a desplazarse a otros países, y a buscar agua potable en otros lugares? Puede que en los próximos años la falta de creencia en religiones vaya a vivir su máximo histórico, para desplomarse inmediatamente después a medida que avance la pobreza y la escasez de recursos.

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