Este tema es preciso que se afronte legal y no judicialmente

Zona inferior de la puerta del Espítiru Santo que contiene sobre las albanegas del arco la continuación del texto superior: de la fachada de esta puerta y se hizo bajo la dirección del arquitecto Ricardo Velásquez Bosco y se terminó con la ayuda de Allah en el año cuatro y novecientos y mil de Jesús / Imagen
Carmelo Casaño, abogado y escritor cordobés, escribe, nuevamente, en el Diario de Córdoba sobre la Mezquita, a propósito de los recientes acontecimientos tras hacerse público el informe de expertos sobre su titularidad. Casaño fue confundador de la revista poética Alfoz y del Teatro Universitario de Cámara de Granada, diputado en las Cortes Constituyentes y en la primera legislatura de la democracia. Además, es Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort y Medalla al Mérito Constitucional. Tiene publicados nueve libros y 2.600 artículos.
Retorno a la Mezquita
Como la Iglesia, con su tradicional habilidad, ha hecho del asunto de la Mezquita-Catedral una cuestión de fe, la razón tiene muy poco que hacer en el tema. No obstante, vamos a enhebrar unas breves reflexiones en torno al reciente informe de los expertos y a la subsiguiente reacción despertada.
El informe viene a decir con contundencia académica lo que sabíamos de antemano quienes habíamos meditado someramente sobre el asunto. Por eso, tampoco nos produce sorpresa que el Cabildo, con su forma abstracta de expresarse cuando le conviene, continúe asegurando, sin especificar nada, que «numerosas instancias judiciales reconocen que la Mezquita es de la Iglesia desde 1236».
En esta cuestión hay que precisar, sin meternos en camisas de once varas, que existen dos maneras de afrontar la controversia. Algunos católicos, inclusive no practicantes, entienden el tema de manera muy primaria, sin saber diferenciar algo tan elemental como la propiedad de la posesión. Lo que les lleva a suponer que la Mezquita, reconvertida en Catedral, y aunque dedique al culto divino menos tiempo que a los turistas, debe de ser, como todos los templos, propiedad de la santa madre Iglesia.
En el otro extremo, están los católicos crecientemente desengañados, a los que no nos puede entrar en la mollera, por mucho que lo intentemos, que un monumento de universal nombradía, patrimonio de la humanidad, pueda ser de propiedad privada. De igual manera, descolocaría nuestra cosmovisión histórica que, por ejemplo, las pirámides egipcias o el Partenón ateniense pudieran ser de un particular. Read the rest of this entry »