Pedro Díaz Cepero, InfoLibre, 25 de septiembre de 2018
A estas alturas parece difícil justificar los privilegios de la Iglesia católica en España, después de cuarenta años de una Constitución que declara laaconfesionalidad del Estado, garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto, y afirma que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”.
Algo puede explicar que es el grupo de presión más importante del país, con capilaridad en los estratos alto, medio y bajo, además de depositario de credenciales para la eternidad y principal agente inmobiliario en la tierra, con mayor fortuna después de las más de 40.000 inmatriculaciones declaradas.
De tiempo en tiempo aparecen artículos (magnífico el reciente reportaje de laSexta) e iniciativas políticas denunciando esos privilegios, señalando incumplimientos reiterados de los acuerdos firmados entre la Santa Sede y el Estado español en 1979, de por sí muy favorables para la Iglesia. Pero su influencia y poder disuelven las críticas como azucarillos, hasta las siguientes que correrán la misma suerte. Para la derecha (el PP o Ciudadanos) –que todavía no se ha pronunciado abiertamente contra la dictadura– es su aliado natural, garantía de votos desde el púlpito semanal. Está claro que éstos no van a abrir nunca el melón, todo lo contrario. Mientras tanto, el PSOE ha tenido miedo de asumir el coste electoral de un posible enfrentamiento con la Conferencia Episcopal. Cuando existían unas mejores condiciones objetivas, asistimos a la pusilánime actuación de Zapatero que, para más inri, aumentó un 34 % la dotación a la Iglesia en el IRPF, cuando ésta tiene el compromiso –no cumplido desde hace años– de autofinanciarse. Lee el resto de esta entrada »