C. Tangana y Nathy Peluso bailando bachata en la catedral de Toledo es un escándalo para el clero, pero no es el primero al que se enfrentan por la representación de la sensualidad, incluso dentro de sus propios templos
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Déborah García, El Diario, 19 de octubre de 2021
Durante siglos, la Iglesia Católica fue el principal mecenas de las artes. Gracias a ella, y para su esplendor, muchos artistas se consagraron con pasión, al menos aparentemente, a dar gloria a las Santas Escrituras a través de su representación en cuadros, esculturas y diferentes construcciones arquitectónicas. Sin embargo, no debemos olvidar que, hecha la ley, hecha la trampa. Los gestos de los protagonistas de Ateo de C. Tangana y Nathy Peluso pueden encontrarse en la propia iconografía de la Catedral de Toledo y es que el artista no ha creado ningún gesto nuevo; más bien, continúa la estela de una larga tradición de personas que fueron capaces de usar a la Santa Madre para contar lo que querían contar. Catedrales, capiteles, misericordias, lienzos, esculturas, murales y frescos albergan material suficiente para convertir el videoclip de la discordia en un juego de niños.
Por proximidad con la reciente polémica, el primero a destacar es El Greco. La obra del llamado pintor de lo religioso merece toda la atención al tratarse de un autor cristiano patrocinado por las élites eclesiales cultas de la Archidiócesis de Toledo al servicio de la Contrarreforma en el siglo XVI. Su pintura ha sido objeto de numerosos estudios, algunos de ellos marcados por la extravagancia como el de Fernando Arrabal, en la que se han llegado a ver innumerables penes y vulvas diseminados por algunos de sus lienzos más emblemáticos. En La Sagrada Familia con Magdalena, el pequeño Jesús parece sostener una pera con forma de pene en su mano y en Sagrada Familia con Santa Ana, los genitales del bebé parecen castrados, según se ha analizado en una investigación de la Universidad de Castilla La Mancha. Estudiosos de la obra del cretense como Somerset Maugham o Cocteau han señalado que gran parte de su producción tiene una vertiente homoerótica que se vislumbra, por ejemplo, en la forma en la que El Greco deja caer a menudo el paño que cubre los genitales de Cristo o de algún santo o mártir. Siempre ladea el paño transparente por debajo de la cadera, formando una especie de triángulo marcadamente erótico que acentúa el pubis. Esto sucede en su cuadro El martirio de San Sebastián, expuesto en un lugar tan preeminente como es otra catedral, la de Palencia. Y también en sus obras Crucifixión o en La Santísima Trinidad.
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