De la presencia de autoridades en el Janucá de Oviedo y la pregunta lingüístico-liberal de Pablo Casado

Milio Rodríguez Cueto, Escuereceres / La Nueva España, 15 de diciembre de 2021
Laicidad
Hace unos años, uno escribía, en este mismo diario, una sección denominada Casting que hacía por promocionar, al estrellato cinematográfico, a personajes notables del momento astur, los más de ellos políticos (¿qué quiere usted?, es para lo que da la actualidad). A tal consejero lo metía en una película de vaqueros; a esta parlamentaria, en un drama romántico; a aquel secretario de Organización, en una de terror… El papel se lo daba la planta, el gesto, las maneras. Determinada entrega la protagonizó uno de quienes han sido concejales de Cultura cuando el “Gabinatu”. Líbrenme los dioses de acusar de ninguna maldad pero de hecho, siempre he visto al varón un aire dolicocéfalo, germánico, de cacerola alta. El negro tieso Hugo Boss de los uniformes de la Schutzstaffel no le podía sentar peor que a Maximilian Schell. Le di el papel, entonces, en una de aquellas columnas, de mandamás nazi con ventana a la avenida Kléber, París a los pies, y le puse, en el guión, un par de frases genocidas de canalla refinado.
En mala hora. Le faltó tiempo a la a la familia Oceransky, portavoz de la Comunidad Israelita de Asturias, para mandar cartas encendidas al periódico acusándome poco menos que de antisemita. Este pobre ignorante se hacía cruces (por favor: no se me malinterprete esta frase también como provocación, ¡sólo me faltaba eso!) porque el nazi que representaba aquel concejal propuesto para el noble arte de Melpómene era, evidentemente, el malo del cuento. ¿Cómo podía pecar yo, entonces, de antisemitismo? Como uno se crió, literariamente, al pecho de Rojas, Proust, Kafka, Canetti, Singer, Broch, Morgenstern, Bellow, Eisner, Kertész, Roth, Asimov (sí, Asimov también, ¿qué pasa?) y etc., etc., le cuesta concebir un judío que no un entienda lo que lee, aunque esté en bable. Por ese, la virulencia del correo público Oceransky me olió a chamusquina.
Por entonces (2008), un técnico municipal encargado de la promoción sefardí le explicaba a la prensa que Oviedo era «la ciudad que más colabora con la comunidad israelita». Uno ha husmeado que esa colaboración igual tenía que ver con la sobreactuada (e que no iletrada) además de innecesaria defensa del concejal que organizaban Aida Oceransky y los de ella, y me entró la tentación de malmeter en los archivos municipales para salir de dudas. Pero, víctima de la holgazanería que nada organiza o de la hiperactividad que nada consuma, qué sé yo, “dexelo pa prau“
Todo esto, resignado lector, no es más que prolegómeno para decir que asumo, con resignación pagana, que me vuelvan a acusar de antisemita por decir lo siguiente: no me ha gustado nada la presencia de representantes públicos en la apertura de la Janucá en el Fontán, el pasado día 4, en la que, otra vez, ha tenido un papel destacado la señora Oceransky. «Esta conmemoración ha contado con el apoyo del Gobierno del Principado de Asturias, representado por la viceconsejera de Justicia, Encarnación Vicente, y por el Ayuntamiento de la ciudad, con la participación del vicealcalde Mario Arias», hemos leído en La Nueva España.
La Janucá no es acto civil en homenaje a las víctimas del Holocausto. Hay apelaciones a la divinidad, bendiciones rituales y rezos: es fiesta religiosa sometida a una liturgia más que milenaria. Los 8 de septiembre, uno suele escribir, en estas páginas, pidiéndole al Gobierno (inútilmente) distancia con las celebraciones católicas de Covadonga. Pues esto, igual. Separar fe y Estado es un requisito de laicidad, para cualquier democracia moderna que no sirve sólo en tocante a la cruz: también vale para la estrella de David o para la luna creciente.
Liberalismo
Permítanme parafrasear, con respeto “repunante” a la construcción de la frase y al pensamiento inherente a ella, las recientes declaraciones de Pablo Casado sobre el caso de ese niño catalán que tiene problemas lingüísticos con la escolarización (declaraciones que cualquier persona de talante «liberal» compartirá plenamente): «¿Cómo es posible que a un niño no le dejen ser educado en asturiano dentro de Asturias?».
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Original en asturiano
Laicidá y liberalismu
Laicidá
Va unos años, ún escribía, nesti mesmu diariu, una seción denominada Casting que facía por promocionar, al estrellatu cinematográficu, a personaxes notables del momento astur, los más d’ellos políticos (¿qué quier usté?, ye pa lo que da l’actualidá). A tal conseyeru metíalu nuna película de vaqueros; a esta parlamentaria, nun drama románticu; a aquel secretariu d’Organización, nuna de terror… El papel dáben-yoslu la planta, el xestu, les maneres. Determinada entrega protagonizola ún de los que fueron conceyales de Cultura cuando’l Gabinatu. Llíbrenme los dioses d’acusalu de ninguna maldá pero ello ye que siempre-y vi al home un aire dolicocéfalu, xermánicu, de cazu altu. El negro tieso Hugo Boss de los uniformes de la Schutzstaffel nun-y podía sentar peor qu’a Maximilian Schell. Di-y papel, entós, nuna d’aquelles columnes, de mandamás nazi con ventana a la avenue Kléber, París a los pies, y púnxi-y, en guión, un par de frases xenocides de canalla refináu. En mala hora. Nun-y vagó a la familia Oceransky, en portavocía de la Comunidá Israelita d’Asturies, mandar cartes enceses al periódicu acusándome poco menos que d’antisemita. Esti probe ignorante facíase cruces (por favor: nun se me malinterprete esta frase tamién como prevocación, ¡namás me faltaba eso!) porque’l nazi que representaba aquel conceyal propuestu pal noble arte de Melpómene yera, evidentemente, el malu del cuentu. ¿Cómo podía pecar yo, entós, d’antisemitismu? Como ún se crio, literariamente, al pechu de Rojas, Proust, Kafka, Canetti, Singer, Broch, Morgenstern, Bellow, Eisner, Kertész, Roth, Asimov (sí, Asimov tamién, ¿qué pasa?) y etc., etc., cuésta-y concebir un xudíu que nun entienda lo que lle, anque tea en bable. Por eso, la virulencia del corréu públicu Oceransky goliome a chamusquina. Daquella (2008), un técnicu municipal encargáu de la promoción sefardí esplicába-y a la prensa qu’Uviéu yera «la ciudad que más colabora con la comunidad israelita». Ún gusmió qu’esa colaboración igual tenía que ver cola sobreactuada (ya que non iletrada) amás d’innecesaria defensa del conceyal qu’entamaben Aida Oceransky y los d’ella, y cortexome la tentación de xorrascar nos archivos municipales pa salir de duldes. Pero, víctima de la folganzanería que nada entama o de la hiperactividá que nada consuma, quésiyo, dexelo pa prau.
Too esto, sufríu lector, nun ye más que prolegómenu pa decir qu’asumo, con resignación pagana, que me vuelvan a acusar d’antisemita por decir lo siguiente: nun me prestó gota la presencia de representantes públicos na apertura de la Janucá nel Fontán, el pasáu día 4, na que, otra vez, tuvo un papel destacáu la señora Oceransky. «Esta conmemoración contó con el apoyo del Gobierno del Principado de Asturias, representado por la viceconsejera de Justicia, Encarnación Vicente, y por el Ayuntamiento de la ciudad, con la participación del vicealcalde Mario Arias», lleímos en La Nueva España. La Janucá nun ye actu civil n’homenaxe a les víctimes del Holocaustu. Hai apelaciones a la divinidá, bendiciones rituales y rezos: ye fiesta relixosa sometida a una liturxa más que milenaria. A los 8 de setiembre, ún suel escribir, nestes páxines, pidiendo-y al Gobiernu (inútilmente) distancia coles celebraciones católiques de Cuadonga. Pues esto, igual. Separtar fe y Estáu ye un requisitu de laicidá, pa cualquier democracia moderna, que nun reza namás tocante a la cruz: tamién val pa la estrella de David o pa la lluna creciente.
Liberalismu (lingüísticu).
Consiéntame parafrasiar, con respetu repunante a la construción de la frase y al pensamientu inherente a ella, les recientes declaraciones de Pablo Casado sobre’l casu d’esi neñu catalán que tien problemes lingüísticos cola escolarización (declaraciones que cualquier persona de talante «liberal» compartirá plenamente): «¿Cómo es posible que a un niño no le dejen ser educado en asturiano dentro de Asturias?».