Inocentes: Estos sí son inocentes

Oswaldo Guayasamin / Fuente imagen

B.G. A., 28 de diciembre de 2020

Inocentes fueron …

INOCENTES fueron María y José, que por cumplir con la ley civil del imperio, no tuvieron en el Belén palestino el amparo del elegido pueblo judío, ni ante la inminencia de un parto y por muy tribu de David de la que fuesen.

INOCENTES fueron los Magos de Oriente (que no reyes), quienes dejándolo todo peregrinaron en busca de un anunciado cambio radical en la sociedad humana.

INOCENTES fueron los pastores que abandonaron sus rebaños para llevar a la sagrada familia sus primicias, sin recibir por ello nada a cambio.

INOCENTES son los peregrinos que van a tierra santa, donde no encuentran la caridad y auxilio espiritual de los sacerdotes, sino la greña por el poder y el dinero de los popes, rabinos e imanes.

INOCENTES son los romeros que gastan sus ahorros para ir a Santiago, Lourdes, Fátima o al Vaticano, donde encuentran corrupción, acumulación de riquezas, engaño y pecado.

INOCENTES son los creyentes que con su trabajo o sus diezmos, levantaron ermitas, parroquias, camposantos y catedrales para reunirse bajo el tejo o el cabildo, en comunión con su Dios…porque los obispos han dicho que todo es de ellos y como tal pueden decidir si en el campo hacen las fiestas, en la parroquia el concierto, o en el nicho va un suicida.

INOCENTES son los habitantes que se creen inteligentes, en un país donde la máxima autoridad vino de Dios, los patronos son un santo que jamás estuvo en la península y una Virgen que se le apareció (al ausente) a orillas del rio Ebro.

INOCENTES son los ciudadanos, en un régimen donde los obispos intervienen en el currículum docente del Estado, en las leyes sobre el inicio y el final de cada vida, el matrimonio, las fiestas laborales, la titularidad, uso y conservación de los monumentos o cementerios.

INOCENTES son los progenitores que dejan a su prole al cuidado de sotanas, porque miles de criaturas pierden la inocencia  en sacristías, internados y campamentos, sin que la justicia penal se esfuerce en impedirlo, ni la autoridad canónica en reconocer el crimen, pedir perdón, ni resarcirlo.

INOCENTES son los contribuyentes que pagan a la iglesia católica porque un Concordato franquista así lo impuso; que la mantienen a cargo de los Presupuestos Generales del Estado con dotación propia (aunque los convenios que desarrollaron ese Concordato establecen que solo sería una aportación provisional, dado que la iglesia deberá mantenerse con sus propios medios) y a través de las asignaciones que percibe de las dos casillas del IRPF, en la que van incluídas todas las actividades y proyectos de asociaciones y organizaciones religiosas; que costean a los sacerdotes en el ejército, los hospitales, los colegios (sin intervenir en el nombramiento de los profesores de religión, pero sí indemnizando sus despidos); que subvencionan la restauración y mantenimiento de todos esos inmuebles de valor cultural de los que se beneficia la iglesia, estén o no dedicados al culto; que pagan “religiosamente” los precios por los bienes y servicios que esa iglesia explota (hostales, restaurantes, tiendas de souvenirs, oficios religiosos, tikets de entradas, etc)…y por cuyos negocios la iglesia no paga impuesto alguno: ni de Patrimonio, Sociedades, Bienes Inmuebles, Actividades Económicas…

No son inocentes

NO SON INOCENTES las autoridades responsables que a pesar de la terrible situación económica que atravesamos, no parecen dispuestas poner fin a la sangría monetaria que significa:

a) costear los privilegios de la iglesia católica.
b) sufragar el mantenimiento del patrimonio inmobiliario del que se ha apoderado
c) mantener las exenciones fiscales de las que disfruta.

NO SON INOCENTES los partidos políticos que llevan en en sus programas electorales la supresión de este estado de cosas…y luego no lo llevan a cabo.

NO SON INOCENTES los medios de comunicación, que no lo denuncian a pesar de ser testigos de los abusos e injusticias que se cometen.

NO SON INOCENTES los creyentes de buena fe quienes siendo sabedores de esta situación anómala, se benefician de ella y la mantienen por silencio cómplice o cobarde.

Y NO SON INOCENTES los intelectuales, los juristas, los amantes del arte, las asociaciones cívicas, culturales y demás ciudadanía que no es capaz de liberarse del clericalismo ancestral y exigir plenamente la existencia de un Estado Laico capaz e independiente

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