Prepara un plan director que lee el edificio exclusivamente en clave de templo católico y está a punto de inaugurar un centro de interpretación en el Palacio Episcopal para acabar con el “reduccionismo islámico”.

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Aristóteles Moreno, Público, 9 de marzo de 2023
Desde 1236, tras la conquista cristiana de Córdoba, los obispos católicos han administrado ininterrumpidamente la gran Mezquita de Al Andalus. Nunca desde entonces se han sentido cómodos en un edificio concebido para la liturgia del islam, sus eternos rivales monoteístas. En todos estos siglos, han ido modificando paulatinamente el oratorio omeya para disfrazarlo de templo católico. Embovedaron los artesonados califales, encalaron las dovelas bicolores, abrieron lucernarios en el techo, colonizaron de capillas los muros, plagaron de ornamentos barrocos el bosque de columnas y hasta taparon el fabuloso Mihrab de Al Hakam II con el retablo de San Pedro.
La gran mutación del monumento omeya tuvo lugar en 1523. El obispo Alonso Manrique(1) ordenó la demolición de las naves centrales de la Mezquita y construyó en su lugar una catedral católica, que quebró la concepción espacial del edificio. Hoy en día la normativa del patrimonio histórico ya no permite a los purpurados continuar con su proyecto de transformación estructural del monumento para despojarlo de su huella islámica. Ahora la cruzada contra la arquitectura andalusí se libra en el plano narrativo y simbólico.
Desde la inmatriculación de la Mezquita, en el año 2006, los prelados han multiplicado la colonización de iconografía católica en el oratorio omeya y aumentado drásticamente las exposiciones anuales de cristos y vírgenes. Hasta una muestra de 43 grandes pasos procesionales de Semana Santa ocuparon en 2019 las naves centrales del monumento universal.
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