No podemos esperar a que la burocracia decida cuál es el ritmo de ejercer un derecho

Benjamín Gutiérrez, Nortes, 6 de agosto de 2022
Ni puedo ni quiero escribir un obituario, apuntar su defunción o hacer la nota necrológica de un diario. No puedo porque está viva y siempre lo estará, porque si alguien representa la vitalidad es esta mujer quirosana, de fuertes raíces y paso firme, que allá donde fuese deja su impronta.
Su casa en Bárzana es un lugar de vida donde todo aquel que entró siempre ha sido acogido. En su mesa siempre hay lugar para la conversación, la amistad, un buen plato y una copa. Teresa Tuñón, la mujer, la amiga, la militante, la profesora, la brigadista, la roja y republicana. Luchadora por la Paz y la Justicia en el mundo, como ella misma pone en su Twitter. Que entiende la solidaridad con compartir lo que tiene y no lo que le sobra. De quien puede recorrer el mundo por el placer de conocer o por arriesgar su vida para proteger a otros.
Con el mismo brío, que coges un avión para ir de escudo humano a Irak contra los bombardeos USA o pasear en las playas de Cayo Largo en Cuba, que salías en Avilés a pegar a carteles de la ORT acompañada de tu prole, como cogías el tren a San Juan con los tuyos o con los hij@s de las vecinas sin mayor problema.
Has visto crecer tu familia y, lo más duro, ver morir y aun así siempre tu corazón ha estado abierto. Quizás lo aprendiste cuando te fuiste sola a la India a recomponer tu vida al enviudar o siguiendo el ejemplo de tu madre, con más de 100 años.
Nadie que conozca a Teresa puede decir que no es su amiga, que no siente la calidad de su compañía. Teresa ha luchado toda la vida por los derechos y libertades, y ahora en la enfermedad quiere morir, no como una súplica o licencia que le den, quiere hacerlo como un derecho, como un acto de dignidad. Una mujer brava que ha visto a la muerte en más de una ocasión y no le tiene miedo, sino el respeto y el saber que ha llegado el momento de decir, y no me atrevo casi a escribirlo: adiós. Porque no quiero decirle adiós, quiero mirarla y darle un abrazo.
No podemos esperar a que la burocracia decida cuál es el ritmo de ejercer un derecho, sabemos que los derechos se conquistan y se defienden ejerciéndolos. Cuando una decisión personal, firme, libre y meditada, esta acorde con lo previsto por Ley de Eutanasia, esta no debe hacerse esperar.
Mirando una puesta de sol el Río Martín en Marruecos, al calor de la chimenea bajo la mirada de Lenin, con una copa de champán, tejiendo al atardecer a la puerta de casa… en un día de niebla en Bárzana o al sol que viene de castilla, con las puertas abiertas como el corazón. Así vive Teresa Tuñón Álvarez.
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“Yo quiero morir aquí, en esta cama. Que me pongan lo que sea y quedarme dormida y listo. Eso es lo que yo quiero.”