Alberto Granados, (blog personal), 15 de marzo de 2018
El rollo que no cesa: constitucionalmente somos un país aconfesional, pero en la práctica diaria la iglesia católica cuenta con una insultante prevalencia que me resulta injustificable y la grey católica tiene una disposición, parece que congénita, a sentirse ofendida en sus sentimientos religiosos a la menor broma, a un simple tweet o un meme que sobrevuela las redes. Todo sería anecdótico si los jueces tuvieran claro que la iglesia católica, como cualquier otra confesión, solo tienen una autoridad moral sobre los fieles que voluntariamente acaten el dogma y la moral católicos, siendo nula en los demás casos; si la institución fundada por Cristo asumiera que su reino no es de este mundo y que los temas políticos son competencia exclusiva de los cargos, electos o designados, que tienen la obligación de llevar a cabo las medidas políticas que en cada caso se requieran; si se aceptara que el humor, incluso el más chabacano o despiadado, es solo una válvula de escape del espíritu humano y que no tiene por qué autocensurarse en razón de esa moderna filosofía de lo políticamente correcto, una forma encubierta (una más) de censura. Ya estoy harto de ver sentencias en que se arruina la vida de alguien por haber publicado en las redes una simple broma, por zafia que pueda ser, mientras los políticos, empresarios y famosos corruptos quedan impunes una y otra vez, pese a que nos están empobreciendo a todos. ¿Hemos perdido el norte definitivamente?
La iglesia asumió sin el menor reparo ético los postulados del franquismo, al que recubrió de ideología católica en el vano intento de enmascarar la realidad: que unos generales ambiciosos se habían rebelado contra el gobierno legal para hacerse con un poder absoluto e inmisericorde, secuestrando a un país durante cuarenta años de partido único, censura de prensa, ausencia de libertades civiles, durísima represión que llenó de muertos nuestras cunetas y, eso sí, una escenografía religiosa más propia del barroco que del s. XX. Algo tan repugnante, tan violento y tan revanchista que la iglesia católica camufló y justificó con una desvergonzada complicidad. La iglesia obtuvo a cambio la prevalencia social, la presencia en las Cortes franquistas, el estar presente en la legislación, en el centro mismo del poder.
Pero tras la Constitución de 1978, en vez de asumir su nuevo papel (el de una institución desprovista de poder civil y vinculada exclusivamente a la conciencia de sus fieles) ha seguido maniobrando y movilizando a su grey, de manera que no ha cesado de presionar en temas legislativos tales como el divorcio, el aborto, los matrimonios homosexuales, la asignatura de Educación para la Ciudadanía y la legislación educativa, ni de reclamar un dinero y unos bienes que no le pertenecen, demostrando que su espiritual universo es bastante más de este mundo de lo que evangelio asegura. Read the rest of this entry »