La batalla de un hombre para conservar su patrimonio frente al clero: Andrés Jesús Palomo compró una ermita casi en ruinas, propiedad de su familia, y la restauró durante diez años. Cuando el templo situado en las montañas de Málaga ya estaba arreglado, el obispado decidió quedárselo.

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Juan Ruiz Sierra, El Periódico, 26 de marzo de 2022
Cuando los tres curas llegaron a la ermita, Andrés Jesús Palomo pensó que aquello era un poco raro. Como cada Domingo de Ramos, estaba todo preparado para la romería, misa y procesión, pero allí, en ese modesto templo de 200 metros cuadrados perdido en los montes de Málaga, ya había un sacerdote, solo uno, igual que siempre en esa fecha. Esta vez, en cambio, se sumaron otros tres. Palomo, dueño del inmueble, no los había visto nunca. Llevaban cámaras de fotos.
Sin hablar con nadie, los curas se dedicaron a tomar imágenes del edificio, que Palomo había restaurado durante los últimos diez años con su dinero y sus manos. Fotografías de las sólidas vigas del tejado, de los bancos de madera, del reluciente suelo, de las blancas paredes, de la imagen de la Virgen de los Dolores y de los servicios para mujer y hombre, recién instalados. Fotografías de las nuevas verjas, de la pila bautismal, del coro y del púlpito.
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