«En tiempos en que los rosarios quieren volver a oprimir nuestros ovarios, las mujeres feministas no podemos permitirnos el dar ni un paso atrás. Nadie ha de rezar por nosotras»
Ruth Toledano, El Diario, 26 de septiembre de 2021
Parece mentira, a estas alturas de la historia, que tengamos que seguir defendiendo, incluso volver a defender, la propiedad de nuestros cuerpos y de nuestras vidas de los abusos y la violencia de congéneres oscuros que pretenden dominarlos, apropiarse de nuestra libertad de ser y decidir. Lo estamos viendo con el repunte de las agresiones contra las personas LGTBIQ+. Lo estamos viendo sobre las personas que quieren ejercer el derecho que recoge la ley de eutanasia sobre el término de su tiempo vital. Lo estamos viendo sobre las mujeres que ejercen su derecho a la interrupción de un embarazo que única y exclusivamente atañe en su cuerpo y a su biografía. Pedro Zerolo ya nos advirtió de que es muy difícil lograr los derechos pero muy fácil volver a perderlos (prefiero decir recuperar porque los derechos pertenecen y, si hay que luchar por ellos, es porque han sido usurpados).
Parece mentira que justo ahora se produzca ese afán de control sobre la libre autodeterminación de la existencia ajena, justo cuando debiéramos estar aunando esfuerzos frente a los graves problemas colectivos que nos acechan o que ya son un hecho de consecuencias dramáticas, como la destrucción de un planeta sin el que nuestra especie y las otras no podrían sobrevivir o el evitable cambio climático, que es y será fuente de catástrofes y de un enorme sufrimiento. A los congéneres oscuros no les importa demasiado todo eso, aunque también les afecte a ellos; lo que les importa es lo que hacen las demás con sus propios cuerpos, aunque a ellos no les afecte lo más mínimo y aunque con ello añadan daño individual al daño colectivo. Oscuros y necios.
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