La inmatriculación eclesiástica del templo es uno de los mayores pelotazos urbanísticos de la historia española

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Juan José Tamayo, El País, 18 de marzo de 2023
Treinta euros fue el precio que pagó la Iglesia católica cordobesa por registrar a su nombre la mezquita de Córdoba en 2006. Es, sin duda, uno de los mayores pelotazos urbanísticos, si no el mayor, de nuestra historia, una de las operaciones urbanísticas más fraudulentas, aunque legalmente legitimadas, y uno de los más escandalosos negocios eclesiásticos, contrario a la afirmación de Jesús de Nazaret en el Evangelio: “Nadie puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro o será fiel a uno y al otro no le hará caso. No podéis servir a Dios y al Dinero” (Mateo 6,24).
El pecado de idolatría de los israelitas era la adoración al becerro de oro; el de un sector de la jerarquía católica, al menos la española, es hoy la adoración al oro del becerro. Con la inmatriculación de 34.961 bienes de 1998 a 2015, los obispos españoles están perfectamente retratados en la afirmación del papa Francisco en la Exhortación Apostólica La alegría del Evangelio, de 2013: “La adoración del antiguo becerro de oro (Éxodo 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” (n. 55).
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