Los primeros años de la posguerra los responsables de custodiar el patrimonio entregaron a los religiosos más de 2.000 bienes de represaliados, en una cadena sistematizada de expolio

_________
Peio H. Riaño, El Diario, 2 de diciembre de 2022
“Enteradas de que reparten algunos objetos de los que no se sabe el dueño y habiéndolo perdido todo porque nos lo quitaron los rojos”… Esa fue la fórmula. Las cartas que llegaron al comisario general del Patrimonio Artístico Nacional, entre 1939 y 1945, repetían la misma justificación, una tras otra. Casi como una consigna. Este consenso en las reclamaciones de las religiosas dio como resultado la retirada de más de 2.000 bienes que habían sido almacenados por la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico y por los expolios que el franquismo realizó a las familias republicanas represaliadas. Eran objetos “necesarios” para su actividad religiosa como copas de cristal, espejos, bandejas de plata, cubertería, cuadros y hasta un mantón de Manila verde con flores bordadas en seda de colores y ancho fleco.
El entrecomillado con el que arranca este relato pertenece a la carta que el 25 de noviembre de 1942 le escribió desde Ciempozuelos (Madrid) la abadesa del convento de las religiosas Franciscanas Clarisas al comisario de patrimonio. Desde la Comisaría General también crearon un patrón para responder a las decenas de cartas que recibieron. Se les comunicaba a las religiosas que se pasaran por allí cualquier día laborable, “a fin de recoger unos cuantos objetos que por esta Comisaría General le han sido asignados”. La abadesa de las Franciscanas Clarisas se acercó por las oficinas, en la calle Duque de Medinaceli, dos veces en mayo de 1943. Y cargó con rosarios, crucifijos, relicarios, medallas de plata, seis copas de cristal, 30 cubiertos de metal, cuatro bandejas y dos fruteros.
Read the rest of this entry »