Tras los nuevos casos de pederastia en la iglesia que salieron recientemente a la luz en Bermeo (“El religioso pederasta de Bermeo también cometió abusos en el colegio Berrio-Otxoa de Santutxu”), Naiz ha dedicado su editorial a los abusos sexuales en el seno de la iglesia católica y el tratamiento que recibe

Naiz.eus (editorial), 16 de diciembre de 2022
El pederasta que siendo director del colegio Menesiano San José de Bermeo abusó de niñas y niños a finales de la década de los 70 y principios de los 80 ha reconocido por primera vez haber cometido abusos sexuales en un vídeo mostrado en privado a tres de sus víctimas. Sin embargo, estas han considerado que ese paso es insuficiente y exigen que el agresor pida perdón en público porque «la verdad tiene que salir a la luz» para que «esto no pueda volver a pasar nunca más». En efecto, la verdad es esencial para la reparación, y como dice el propio mensaje del Evangelio, nos hace libres. Y en el caso de los depredadores sexuales de la Iglesia, la verdad es que hasta ahora no se ha abierto ninguna vía explícita y organizada para establecerla, para buscarla activamente, para que haya justicia y reparación para las víctimas de la pederastia, sin importar los años que hayan pasado.
En la inmensa mayoría de los casos, el abuso sexual a menores en la Iglesia, el mayor escándalo y el que más la desacredita, ha sido tratado como un pecado, no como un delito. Se ha encubierto, se continúa minimizando, se intentan comprar silencios, y las víctimas, menores de edad que cargan durante toda la vida las secuelas de estos ataques, aparecen muchas veces frustradas. Se han aplicado manuales para ocultar la verdad, incluyendo el uso de eufemismos para referirse a las violaciones como el de «contacto inapropiado» o el permiso por acción u omisión para la trashumancia de depredadores ofreciéndoles nuevos destinos dentro de la Iglesia.
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