Más Religión, más ayudas a los colegios concertados y privados, pero menos atención a derechos y libertades consolidadas.
Manuel Menor, Mundiario, 1 de julio de 2019
Según José María Castillo, en Andalucía, nada más ponerse a mandar la derecha, la clase de Religión ha cobrado nuevo protagonismo. Y, al preguntarse por cómo se enseña o transmite de verdad la fe religiosa, observa que de poco “han servido las clases de Religión en esta España tan corrupta y tan cainita: ¿Nos han hecho más honestos y más buenas personas?”. Viene a coincidir con Juan José Tamayo, quien analiza cómo un conjunto de actitudes, de patriarcado machista, aunque no sean cristianas, están en muchos comportamientos eclesiásticos.
El pecado
Contrasta, en un país paralizado, la vitalidad de estos gestos, más antiguos de lo que nos han enseñado. En la Italia de los años cuarenta, por ejemplo, el temor a resolver los problemas como veía la izquierda coaligó en su contra a fuerzas sociales insospechadas: aquella Democracia Cristiana, de la que tanto sabía Aldo Moro, resultó, altamente beneficiada y con ella sus socios. Únanse las decisiones que se están tomando –no solo en Andalucía- con la presión sobre Ciudadanos para que ceda en la investidura de Sánchez, y se verá mejor la senda. Hay quienes prefieren la trinitaria alianza de la derecha –pese al programa que ya están desarrollando también en Córdoba o Madrid-, a que el PSOE tenga más fuerza apoyado en Unidas Podemos y algunos nacionalismos; cuanto huela a socialismo consistente sigue siendo pecado.
Que ahora hayan incrementado las clases de Religión, pone de relieve, por otra parte, la tradicional cercanía de la política conservadora con el lenguaje propositivo de la jerarquía católica en el tejido de las interpretaciones sobre la vida pública. La ocasión permite observar, además, cómo la izquierda con expectativas de poder está atenta a las dimensiones prácticas de ese lenguaje simbólico. Tampoco esto es nuevo. Si ya en el Congreso Pedagógico de 1892 se propuso –sin éxito- que la enseñanza religiosa debía tener carácter “fraternal y tolerante”, ahí sigue este foco de divergencias que tanto incide en el sistema educativo actual.
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