España cuenta con muy pocos centros dedicados a la historia, un vacío particularmente acusado respecto al conflicto. Existen aún demasiadas memorias sin lugar y demasiados lugares sin memoria.
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Adrian Shubert-Antonio Cazorla Sánchez-Joan Maria Thomàs, El País – Conversaciones sobre Historia, 12 de octubre de 2022
Hace unos pocos días, el pasado 15 de septiembre, historiadores, un arqueólogo, una experta en estudios culturales y un bibliotecario de humanidades digitales inauguramos en la Universidad de Trent, en Canadá, el primer museo dedicado a mostrar lo que fue la Guerra Civil de manera virtual. Por su propia naturaleza digital, el nuevo Museo Virtual de la Guerra Civil Española-Virtual Museum of the Spanish Civil War es un museo abierto de forma gratuita a todos quienes, por cualquier razón, estén interesados en el conflicto. Sus 130 imágenes, agrupadas en cinco galerías, están acompañadas de textos que de forma sencilla pero rigurosa explican cómo se desarrolló el conflicto a nivel militar, en las retaguardias, su impacto en el mundo de entonces, y, sobre todo, sus efectos en la vida de las personas corrientes y en la/las memoria/as.
A quienes formamos el equipo que ha creado el museo, profesionales residentes en Norteamérica y Europa —Alison Ribeiro de Menezes (Universidad de Warwick), Andrea Davis (Arkansas State University), Dwayne Collins (Trent), Alfredo González Ruibal (CSIC) y quienes firmamos este artículo— nos ha movido una realidad evidente pero no siempre percibida por la sociedad: que en España hay muy pocos museos de historia, y que este vacío es particularmente acusado en el tema de la Guerra Civil. En otras palabras, que en España hay un déficit de lo que ha venido en denominarse historia pública —es decir, aquella dedicada a la divulgación entre el gran público de los resultados de las investigaciones académicas y profesionales— y que, en cuanto a la memoria de la Guerra Civil, existen aún demasiadas memorias sin lugar y demasiados lugares sin memoria. Este museo quiere contribuir a que ese déficit se reduzca y a que el público interesado pueda acceder fácilmente al conocimiento de este conflicto, de manera que la memoria y la historia se acerquen más.
La Guerra Civil es un tema complejo, pero creemos que la investigación histórica está lo suficientemente avanzada, como lo está la madurez de la sociedad española, para poder explicarla de forma serena y rigurosa. Los dos valores fundamentales que están tras este nuevo, e insólito, museo son, por un lado, la defensa de la democracia, y, por otro, la promoción del humanismo. Cuando el visitante explora las galerías, descubre la compasión por aquellos que sufrieron la guerra y la terrible posguerra. También descubre que nuestra visión de la historia huye de los marcos políticos excluyentes. Este es un museo que trata, sobre todo, de la gente corriente y bastante menos, sobre las ideas, aunque por supuesto estas, como las propagandas, estén presentes. En este sentido, la lamentable inexistencia de un museo general dedicado a la Guerra Civil en España nos ha impulsado —como antes lo ha hecho a otros, y ahí está la gran red de museos de carácter local y/o regional dedicados a aspectos de la guerra de España— a construir este nuevo proyecto con voluntad de llegar al gran público, evitando al tiempo narrativas simplistas en torno a lo que fue aquel conflicto y los sufrimientos de millones de españoles. Pero creemos que en el mundo actual toda buena historia pública ya no puede ser local, y aún menos nacional, sino que tiene que enfocarse en una perspectiva global.

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El Museo Virtual de la Guerra Civil Española no ha sido concebido como un museo cerrado, sino como uno abierto y en los próximos meses y años incluirá nuevos colaboradores académicos y, sobre todo, está abierto a la incorporación de nuevos objetos y salas, siempre mostrados y explicados con rigor y voluntad de llegar al máximo de personas. Estará abierto a las propuestas de nuevas piezas, imágenes, textos, audios y filmes. Y su contenido estará disponible, aparte de en castellano e inglés, en las otras lenguas del Estado —la catalana, la vasca y la gallega— y en francés. Incorporaremos, de manera prioritaria, módulos con recursos pedagógicos para su uso en las aulas en sus diferentes niveles. Y, por supuesto, profundizaremos la colaboración ya iniciada con otros museos y memoriales dentro y fuera de España, como el Centro Documental de la Memoria Histórica, el Memorial Democràtic y el Museo de la Paz de Gernika, entre otros. Todo ello permitirá a los investigadores el acceso a fuentes archivísticas, bases de datos y otras fuentes accesibles de forma digital, así como a cientos de testimonios filmados, de historia oral, documentales, etcétera. Invitamos al público a visitar y a participar con sus objetos e historias a hacer más rica y diversa nuestra narrativa. El proyecto no ha hecho más que comenzar.
Adrian Shubert, Antonio Cazorla-Sánchez y Joan Maria Thomàs son catedráticos de Historia Contemporánea en las universidades de York, Trent y Rovira i Virgili, respectivamente

MUSEO VIRTUAL., El Diario,
Tras cinco años de trabajo y con la aportación de 20.000 euros del Gobierno de Canadá, nació el 15 de septiembre el Museo Virtual de la Guerra Civil Española, el primero dedicado a este “evento crucial del siglo XX”, como reza en la portada de la web, un museo abierto de forma gratuita a quienes, por cualquier razón, estén interesados en el conflicto, el primero dedicado a este acontecimiento central de la historia del siglo XX.
Además de la aportación de Canadá, que proviene de sus presupuestos para el área de investigación, han logrado reunir otros 20.000 euros de varias instituciones, como la York University (Toronto, Canadá) y la Trent University, que mantendrán durante los próximos diez años el alojamiento y actualización de la web del museo.
La embajada de España en Canadá contribuye con 2.000 euros que servirán para sufragar el diseño gráfico del museo. Cuentan los creadores del museo que lo más difícil ha sido conseguir los derechos de las imágenes para publicarlas y aquí han ayudado tanto el Archivo General de la Administración (AGA) como el Centro Documental de la Memoria Histórica, en Salamanca. ¿Ha colaborado la Secretaría de Estado de Memoria Democrática en el proyecto? “Existe la promesa de apoyarlo con la traducción a otras lenguas del Estado”, responde el historiador Antonio Cazorla. El museo es accesible en inglés y español, de momento,(aunque estará disponible en otras lenguas del Estado y en francés).
La imagen con la que recibe al visitante es la desgarradora fotografía de la mujer llorando a los pies del cadáver de su marido, asesinado por el bombardeo franquista sobre la ciudad de Lleida. A Cazorla le parece oportuna para señalar las contradicciones de esta guerra civil, porque el hombre fallecido era favorable al golpe de Estado. “No queremos glorificar la guerra, sino contar la miseria”, dice por teléfono desde su despacho en la Universidad de Trent.

La foto es un icono revelador sobre el punto de vista del museo, que podría tener un reflejo en el Museu Memorial de l’Exili, en La Jonquera, cuyo objetivo es difundir la memoria y el legado de las personas que tuvieron que huir del franquismo y de “la diáspora catalana contemporánea”. Sin embargo, no hay institución dedicada al repaso pormenorizado de aquellos acontecimientos que avanzaron el desastre del siglo XX. Reconoce que han puesto en marcha el museo virtual porque no existe en España un museo “de ladrillo” dedicado a contar la Guerra Civil. “En el Estado español no ha existido ningún interés por contarla”, dice. Lamenta esta situación y la compara con Francia, donde Cazorla ha contado hasta un centenar de museos dedicados a reconstruir el relato de la II Guerra Mundial.
Lenguaje directo
De momento, podrán consultarse 130 entradas agrupadas en cinco galerías, están acompañadas de textos que de forma sencilla pero rigurosa explican 1) Comienzo de la guerra civil y desarrollo del conflicto, 2 El contexto internacional 3) Las retaguardias, 4) Vida cotidiana en el frente, 5, La memoria histórica. Cada una de ellas incluye fichas en las que se explica, por ejemplo, el avión Dragon Rapide, el avión alquilado por el banquero Juan March para transportar a Franco hasta Tetuán y poner en marcha los planes que desencadenarían el golpe de Estado y levantamiento militar contra la República. También hay imágenes sobre la represión, objetos, la vida en las trincheras, las tropas rebeldes y un largo etcétera. Para la segunda fase de crecimiento del museo se incluirá un capítulo dedicado a las causas de la Guerra Civil, el papel desempeñado por la mujer o los paisajes de la guerra.
La intención es profundizar en el conocimiento y divulgación de los estudios secundarios sobre la guerra, apoyándose para contextualizarlos en documentos y artefactos, conservados en el depósito español más grande, el AGA. “La Guerra Civil española (1936-1939) fue un acontecimiento definitorio de la historia de España y uno de los eventos seminales del siglo XX. A pesar de su importancia y de la inmensa literatura académica dedicada a su conocimiento, tanto en España como a nivel mundial, las formas en que se ha comunicado la guerra civil al público español e internacional han sido, en general, muy polémicas”, explican los organizadores del museo compuesto por un equipo internacional, multilingüe y multidisciplinario de historiadores, arqueólogos, académicos de estudios culturales y especialistas en humanidades digitales.
“Es un proyecto al margen del relato oficial. Parte de la sociedad civil, en colaboración puntual con instituciones, que aportan dinero o derechos de imágenes. El enfoque del museo es desde la historia social y cultural”, indica Cazorla, aunque también se cuentan algunas de las batallas más importantes de la contienda.
Déficit de historia pública
Cazorla cree que en España “hay un déficit de historia pública”, que es la historia dedicada a formar al público. “El problema es que nuestra historia pública carece de un relato para el público. Eso es lo que quiere cubrir este museo”, dice. “Lo habitual es que se cuente la nación como víctima y heroína, pero no como nación bellaca. Por eso, los museos sobre guerras civiles son tan escasos. Por eso, hemos tratado de construir un espacio que el Estado español se ha negado a construir. Ni la izquierda ni la derecha se han atrevido a hacer la propuesta. Una prefiere refugiarse en la memoria y la otra, en que se reabren las heridas”, añade Antonio Cazorla desde Ontario (Canadá), donde desde hace más de una década ejerce como catedrático de Historia Contemporánea de Europa.
La misión declarada del Museo virtual de la Guerra Civil española es sintetizar la erudición más actualizada sobre la contienda y sus secuelas a largo plazo. También pretende evaluar los documentos en poder de las instituciones asociadas para su análisis y exhibición. Y montar una exhibición que combine síntesis académica y fuentes primarias de una manera que atraiga a un amplio público internacional. Son objetivos que insisten en reforzar la idea de “historia pública” que, sin renunciar a la calidad del contenido se esfuerza por comunicar. Porque, como dice Cazorla, “en España hay muchos lugares sin memoria y muchas memorias sin lugar”.
Un museo para leer
Entre los objetos que han rescatado de momento, y que irán creciendo, llama la atención un pañuelo bordado con los colores de la bandera de la Segunda República. Los investigadores que han escrito las fichas explican a partir de este caso el legado de los símbolos de represores y víctimas. Apuntan que la memoria de la Segunda República se ha desvanecido ante la de la guerra civil y la dictadura. “El cine y la literatura españoles, que se han centrado poderosamente en recuperar a las víctimas olvidadas de la Guerra Civil y la dictadura, han tendido a presentar a la Segunda República como un simple preámbulo para la acción, por ejemplo, en La lengua de las mariposas, de José Luis Cuerda, o en Belle Époque, de Fernando Trueba”, puede leerse en el museo.
Este museo virtual también es un ejercicio de contrapropaganda, en el que se aclara que, desde la más inmediata posguerra, las iniciativas de memoria de la dictadura reforzaron la victoria de Franco y descalificaron a los vencidos de cualquier presencia en el horizonte de la memoria nacional. De ahí se ha llegado al estado actual del Valle de los Caídos, en origen planeado para glorificar a los muertos de los rebeldes y transformado para contener los caídos de los dos ejércitos. “Es un monumento que nunca ha sido neutral y sigue siendo foco de una muy justificada polémica”, puede leerse en el museo. Tampoco elude la situación de la recuperación y dignificación de algunas víctimas de la represión franquista, “enterrados en fosas comunes o agujeros junto a las carreteras desde los años del conflicto, aunque muchos lugares están aún por excavar”.