_________________
María Toca, El Diario Cantabria, 3 de marzo de 2024
Me llevaron de niña, como excursión escolar que complementaba nuestra formación de pequeñas fascistas. Era la época en que se estudiaba Formación Espíritu Nacional, que contaba como nota final. La asignatura refería las glorias de la Falange Española y de las Jons, erigía como héroes sublimes de la patria a José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo, que completaban la triada ideológica con el Generalísimo Franco.
Y las excursiones abundaban en la formación porque la dictadura no dejaba fleco que tratar. Educar, para ser españolas de bien, a las niñas/os de la época era la función principal de aquellos maestros que blandían la regla como arma de persuasión y la ocre oscuridad de las aulas como tormento a la infancia.
Recuerdo vagamente aquel viaje porque apenas debía de tener seis o siete años, quizá menos. Nos llevó mi maestra de entonces, la señorita Rocío que era prima de mi padre y recogía a infantes en su casa dentro de un aula bastante deprimente. La señorita Rocío era nieta de un hombre que no pudo soportar la derrota y se ahorcó el día veintiséis de agosto en la cuadra, al tiempo que las tropas moras, italianas y en menor medida españolas, atravesaban las calles de mi ciudad con paso triunfante, manos levantadas y oropeles de venganza. El buen hombre dejó escrita una carta pidiendo perdón a la familia, asegurando que no podía soportar vivir bajo el fascismo* La señorita Rocío, seguro que conocía la historia de su abuelo pero callaba y transigía con la dictadura como forma de sobrevivir. Y nos llevó en autobús a conocer la Pirámide.
Read the rest of this entry »