El periodista Ángel Munárriz analiza en Iglesia S. A. la financiación de la organización católica, con la lupa puesta en los recursos públicos que la sostienen
El ensayo aborda desde las exenciones del IBI y las inmatriculaciones, hasta el cobro por la entrada a los templos o los ingresos por la casilla de la renta

Imágenes expuestas en la Mezquita Catedral de Córdoba / P.M.C.
Clara Morales, InfoLibre, 27 de febrero de 2019
La Iglesia recibe ingresos por las donaciones de sus fieles, por la entrada a edificios que forman parte del patrimonio histórico, por la aportación del Gobierno vía IRPF, por las exenciones fiscales —como el Impuesto de Bienes Inmuebles, el IBI—, por el alquiler de sus edificios y terrenos, por las cuotas, públicas o no, por sus centros educativos concertados y privados… Pero la Iglesia no es una empresa. ¿Y qué es la Iglesia, entonces? «No es fácil delimitar su naturaleza exacta», advierte Ángel Munárriz, periodista de infoLibre, en la introducción de su libro Iglesia S. A., editado por Akal. Es «una gran organización privada atomizada en miles de terminales», aventura el autor, algo así como «la delegación ibérica de un Estado teocrático extranjero, el Vaticano». Pero si fuera una empresa, si existiera esa Iglesia S. A. que imagina el título, sería una «en rescate permanente». Munárriz desentraña a lo largo del trabajo cómo funcionan los privilegios económicos de esta particular sociedad anónima y cómo encajan, o desencajan, dentro de un Estado aconfesional.
No es una tarea fácil la de desenmarañar el entramado económico de la Iglesia católica en este país. Para empezar, defiende la Conferencia Episcopal Española (CEE), la Iglesia católica española no es un solo ente, sino un cúmulo de diócesis, parroquias, monasterios y órdenes. No hay un dinero de la Iglesia. «La Conferencia Episcopal invoca siempre la descentralización para explicar por qué no puede dar una cuenta global de sus asuntos económicos», explica el periodista por teléfono, desde Sevilla. Porque no, no hay una cifra oficial que englobe ni todo lo que la Iglesia ingresa ni todo lo que el Estado le concede. Por supuesto, la institución tiene las suyas —algo menos de mil millones de ingresos en 2016, más de la mitad recibidos a través de subvenciones públicas y actividades económicas—, que no incluyen, entre otras cosas, exenciones fiscales como la del IBI. Munárriz esgrime otras dos. Primero, la estimación de la organización Europa Laica, que calcula que la Iglesia recibe anualmente unos 11.000 millones de euros de dinero público por distintos conceptos, una cuenta que el periodista considera «bien hecha». Segundo, unas declaraciones de Carrero Blanco en 1972: según el entonces vicepresidente del Gobierno, el Estado había gastado 300.000 millones de pesetas en la Iglesia desde 1939.