La diferencia entre vivir como Dios y querer imponerlo

El modelo educativo de pensamiento único de CONCAPA choca frontalmente con el feminismo, con la ley española y con las normas extendidas por toda la Unión Europea.

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David Boyero, El País, 30 de junio de 2023

La Confederación Católica de Padres de Familia y Padres de Alumnos (CONCAPA) se ha llevado un duro varapalo en su intento de imponer su pensamiento único. Pretendía tumbar el nuevo currículo de Educación Primaria asegurando que vulneraba los derechos fundamentales de libertad religiosa, igualdad y educación por el mero hecho de que incluya la perspectiva de género. El Tribunal Supremo (TS) le ha parado los pies, recordándole implícitamente que ya estamos en democracia.

Aunque hoy en día sigue disfrutando de demasiadas prebendas, la Iglesia católica vivió muy feliz durante la dictadura, a la que apoyó incondicionalmente pese a sus matanzas. La imposición de su religión, empleando para ello, incluso, la violencia, ha terminado por generar en muchas personas que profesan esa fe la errónea sensación de que España tiene una tradición católica voluntaria, obviando el pasado cruel, sangriento y coercitivo.

Afortunadamente, el Estado de Derecho en democracia nos protege de esas malas prácticas, aun restando mucho margen para acabar con la situación privilegiada y discriminatoria de la Iglesia católica en un país supuestamente aconfesional como España. La sentencia del TS es contundente: el nuevo currículo de Primaria «no supone adoctrinamiento alguno para los alumnos». Irrita a la CONCAPA que se mencione el «género» y la «perspectiva de género» porque, desde su óptica, vulnera la neutralidad del ámbito educativo. ¿Quiere esto decir que inculcar a nuestros menores valores de igualdad es tomar partido? ¿Acaso la CONCAPA no comparte esa igualdad y, por el contrario, quisiera discriminar por género?

Lo cierto es que la propia Iglesia católica es profundamente machista y heteropatriarcal, reduciendo el papel de la mujer, tutelándola y socavando su poder de decisión sobre su propia conducta. Con esos mimbres, el cesto resultante del modelo educativo de pensamiento único de CONCAPA choca frontalmente con el feminismo, con la ley española y con las normas extendidas por toda la Unión Europea.

La sentencia del TS es tan contundente que más de uno y una habrá tenido que tirar de cilicio para aplacar la frustración de no salirse con la suya y comprobar cómo el Estado de Derecho defiende la enseñanza de un derecho fundamental (artículo 14 de la Constitución) que tanto parece molestar a esta Confederación.

Debería la CONCAPA disfrutar la situación anómala que vive en España y que, a la mayor brevedad, ha de atajarse. No sólo me refiero a excluir de una vez por todas la enseñanza de cualquier religión en la escuela pública -quien quiera, que acuda a sus templos- sino a que, además, sea el Estado quien la financie con el mal endémico de los colegios concertados. La Educación concertada ha de ser suprimida siguiendo un plan transitorio viable, de manera que las dos opciones disponibles sean educación pública o privada. Quien quiera una educación a la carta, que la pague pero, como es el caso de buena parte de los centros ligados a la CONCAPA, no esperen que a esa ronda invitemos todos.

Lo que estos Padres de Familia y Padres de Alumnos católicos (pareciera que las madres y las alumnas no tienen cabida) consideran adoctrinamiento, no es más que la protección de los menores contra el extremismo religioso machista que durante décadas ha segregado a niños y niñas. La sentencia del TS no es más que la defensa de nuestra Constitución y nuestras leyes en democracia, gracias a las cuales, hablando en lenguaje castizo, algunas personas viven como Dios… pero que no nos lo quieran imponer como se hizo en el pasado.

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