La superioridad moral que garantizan los monoteísmos está detrás de las grandes barbaries, como la destrucción del mundo clásico

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José Andrés Rojo, El País, 23 de junio de 2023
La historia no siempre es la que se cuenta y resulta que a veces los que dicen que eran perseguidos resulta que fueron los perseguidores. Y los que se presentaban con la bandera del amor no hicieron otra cosa que sembrar destrucción y dolor. En 2017 la periodista e historiadora británica Catherine Nixey publicó La edad de la penumbra (Taurus), donde explica cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico. En la promoción del libro se decía que solo el 1% de la literatura latina sobrevivió y solo el 10% de los textos griegos. Los cristianos derribaron templos, los saquearon y se sirvieron de sus piedras para construir iglesias, destruyeron las estatuas, quemaron cuanto se ponía a su paso. Ardieron los libros, ardió la vieja sabiduría hasta casi desaparecer. Algunos papiros que sobrevivieron fueron luego borrados por los monjes en la Edad Media: rascaban las palabras de los antiguos para que desaparecieran y escribían encima las cosas del Señor o sus consideraciones teológicas. San Agustín, que animaba a los suyos a que convirtieran a los otros como fuera, resumió en una expresión la furia con que los cristianos golpeaban y torturaban a los no creyentes para salvarlos: “¡Oh, crueldad misericordiosa!”.
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